El Susurro de los Recuerdos: Diálogo con un Corazón Perdidoش

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Alejandro y su corazón continuaron atrapados en el susurro de los recuerdos, mientras la luna brillaba sin piedad sobre su dolor.

Por Ehab Soltan

Hoylunes – Alejandro caminaba bajo la tenue luz de la luna, sintiendo el peso del silencio nocturno sobre sus hombros. Sus pasos eran lentos, como si cada movimiento lo arrastrara de vuelta a los momentos que había compartido con Clara, su amada que ya no estaba. Su corazón, siempre inquieto, comenzaba un diálogo que lo atormentaba.

Alejandro: Te extraño, Clara… Lo sé, querida, lo sé. Pero ¿cómo es posible que tú ya no me escuches? Los días pasan, los trabajadores en mi mente llaman tu nombre todas las noches, sin descanso. Hay un tormento sin fin dentro de mí, como si el eco de tu voz jamás pudiera desvanecerse.

El corazón de Alejandro, silencioso al principio, comenzó a responderle en un susurro casi imperceptible.

Corazón: Alejandro, aún sientes algo por ella… lo sé. Y tu nostalgia crece con cada amanecer. Pero, ¿no ves? El vacío que sientes no es más que la sombra de lo que fue, no de lo que es. Siento una deficiencia en todo lo que ven tus ojos, pero debes soltarla, aunque duela.

Alejandro apretó los puños, sus lágrimas se mezclaban con la brisa nocturna.

Alejandro: Olvida, corazón mío, su amor… por favor. Para que podamos vivir, para que pueda volver a respirar sin sentir que algo me falta. Pero es imposible, cada rincón de esta ciudad, de esta vida, me la recuerda.

El corazón, cansado, suspiró dentro de él.

Corazón: No quedaron lágrimas en nosotros, Alejandro. Incluso la risa se ha apagado. Es cierto que empezamos, pero no hemos terminado. No así… su lugar no está vacío; tú y yo, querido Alejandro, somos solo un pasado en los ojos de ella.

Alejandro se detuvo, mirando al cielo, buscando respuestas entre las estrellas que se negaban a aparecer.

Alejandro: Cierra esta página, dices… pero ¿cómo, corazón? Si cada página que intento pasar está manchada con su nombre. Siento que la lastimé, que de algún modo la dejé ir cuando debí retenerla.

El corazón, más firme esta vez, lo confrontó.

Corazón: Biografía… historia… la llevas en cada paso, Alejandro. Pero ¿por qué te aferras a alguien que te dejó llorando en la oscuridad? Tómate tu tiempo, corazón mío. Dos días, dos años, no importa. El dolor sanará, pero no si te aferras a sus fantasmas.

Alejandro cerró los ojos, intentando alejarse del recuerdo que lo envolvía.

Alejandro: Ella está ahí, en algún lugar. Pero no… ya no me necesita. Lo veo en la forma en que el tiempo la ha desvanecido de mi vida. A ella nada le importa ya. Hizo sus arreglos, vivió sus días, pero yo… yo sigo aquí.

El corazón, dolido pero sabio, respondió con la verdad que Alejandro temía.

Corazón: Los trabajadores dentro de ti, Alejandro, están muriendo por ella. Aunque vivieron para amarla, ahora están agotados. Piensa… mira dónde está la verdad. Clara no está más aquí y sus sueños contigo… se desvanecieron como la bruma de la mañana.

Alejandro cayó de rodillas, sintiendo el peso de una historia que aún no podía dejar de escribir.

Alejandro: Escribe, corazón. Escribe esta historia triste y romántica, aunque sepa que no tiene un final feliz. Clara se ha ido, pero yo… yo aún no sé cómo cerrar este capítulo.

Y así, Alejandro y su corazón continuaron atrapados en el susurro de los recuerdos, mientras la luna brillaba sin piedad sobre su dolor.

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