Sally Rooney, una escritora que quizá no fue para tanto

Sally Rooney, una escritora que quizá no fue para tanto

Llegó. Finalmente llegó. La cuarta, y también muy esperada nueva novela de Sally Rooney, ya estará en las librerías a partir de hoy, lo cual no deja de ser una buena noticia para sus lectores (sus fans, mejor dicho) que en todo este tiempo no dejaron de dar sus opiniones y de mostrar sus enormes expectativas en plataformas como «Goodreads» ante lo que consideraban el fenómeno editorial de la temporada, sino también para sus editores, que ya comienzan a frotarse las manos ante lo que, seguramente, será otro éxito de ventas de la escritora irlandesa.

En todo caso, «Intermezzo», una historia de amistad y desamor entre dos hermanos, ya está aquí, publicada en español por Random House con una hermosa portada teñida de azul y con traducción impecable de Inga Pellisa. Tal como ocurrió con sus tres libros anteriores, se espera que bata récords de venta y que reciba un torrente de críticas buenas.

Voz de una generación que nació en los albores del siglo XXI desde que en 2017 publicó su primera novela, «Conversaciones entre amigos», Sally Rooney (Castlebar, Irlanda, 1991) cautivó de inmediato a quienes entonces rondaban su edad, esa franja que va de los veinte a los treinta años, que no dudaron en erigirla como su representante más fiel, pues sus historias, escritas de manera sencilla y directa, tocaban el corazón de una generación que creció entre lo precario y lo efímero, entre la incertidumbre y el presente continuo, pero siempre con la vida, y los sinsabores de la vida, como centro y como horizonte.

Tras el éxito de «Conversaciones entre amigos», unos años después llegó «Gente normal», otra novela en la que, como en la anterior, Rooney volvía a tomar el pulso de las relaciones entre las personas y se adentraba en la dificultades que implica establecer una comunicación profunda y verdadera entre personas (relaciones complejas, pero también líquidas) que, a pesar de ser la una para la otra, no consiguen encontrarse jamás. Toda una declaración de principios, y de gestos inadvertidos, sobre lo que significa la soledad en los tiempos actuales, tan llenos de soledad y comunicación. Una declaración, en todo caso, que volvió a afirmarse con «Dónde estás, mundo bello», su tercena novela, en la cual Rooney se despega un poco de los problemas cotidianos para ir más allá y ofrecer un mundo en el que la belleza, muchas veces, no tiene por qué estar reñida con el mundo, con los claroscuros de la amistad.

Pero los años han pasado y el tiempo ha cambiado y la generación milenial ya no es una generación joven sino que es una generación adulta que ya no concurre a la universidad sino que tiene un trabajo, que se preocupa por otras cosas y considera que la vida les ha convertido en un objeto aburrido y pesado. Deben adaptarse a los cambios, a la contingencia, a la inseguridad y, lejos de resolver sus problemas, se ahogan más y más en ellos, aunque siempre encuentran una puerta, una salida, o al menos una especie de pausa entre tanto torbellino.

Terrenos amorosos

Así, «Intermezzo» parte de la vida de dos hermanos que viven en[[LINK:TAG|||tag|||633614215c059a26e23f7832||| Dublín]] y cuyo padre ha muerto. Peter, el mayor, es un abogado de cierto éxito, un hombre cerca de la cuarentena, con unos principios morales muy claros más allá de que sus principios, por momentos, por conveniencia, acaban siendo flexibles. En especial en terrenos amorosos. Tiene una amante, Naomi, pero también una relación especial con su primera novia. Nada que ver, en ese sentido, la vida de Peter con la vida de su hermano menor, Ivan, un ajedrecista que de niño fue un prodigio pero que ahora, con veintidós años, se encuentra algo a la deriva. La relación entre ambos, evidentemente, no es tan buena como debiera ser.

«Intermezzo», más allá de que, en comparación con sus tres novelas anteriores, tiene ese punto en el que los personajes ya no desenvuelven con aparente desconcierto en el mundo adulto, sino que son adultos en el que el mundo se les ha vuelto raro y extraño. En cierta manera, en «Intermezzo», Rooney parece decir que tal vez sí, sus personajes ya no son jóvenes, pero los temas, de algún modo, siguen siendo los mismos: las relaciones amorosas, la amistad, las diferencias sociales, la libertad sexual, las normas, la moral, el feminismo, el éxito, la ética. Eso sí: pero con una mirada que ha crecido y que ofrece, desde una perspectiva distinta, algo resignada, también, la vida cotidiana en estos tiempos, en este mundo. Esta no es una mala novela. El problema es que Rooney, a lo mejor nunca fue para tanto, y ahora esta narración pagará la factura de un éxito desmedido desde su mismo principio.

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