Inflación moderada, el PIB y el corte de pelo de Sam Ewing

Inflación moderada, el PIB y el corte de pelo de Sam Ewing

Sam Ewing, histórico jugador de béisbol americano en los equipos Chicago White Sox y Toronto Blue Tays, es autor de una de las mejores, más simples y comprensibles definiciones de la inflación, que ni tan siquiera los economistas más ortodoxos se han atrevido a criticar: «La inflación –dijo– es cuando pagas 15 dólares por un corte de pelo de 10 dólares, que solía costar 5 cuando tenías pelo». Complementa, de alguna manera, la tampoco muy académica, de Rafael Termes (1918-2005), presidente de la patronal bancaria en los años ochenta del siglo pasado: «La inflación es un mal absoluto». Por eso hay que celebrar que la inflación interanual en septiembre sea del 1,5% y también es lógico que el Gobierno lance las campanas al vuelo. Por supuesto, se atribuye el éxito, pero el fenómeno es más global en la zona euro, como demuestra que en Francia esté en el 1,2%. La contención de la inflación estadística es el resultado, sobre todo, de la política monetaria del Banco Central Europea (BCE), como también lo fue el que primero se disparara. Un informe, algo inadvertido hasta ahora, de los economistas Domenico Giannone y Giorgio Primeceri, presentado en el Foro de Bancos Centrales del BCE, constata que la manguera monetaria y los tipos de interés ultrabajos fueron las causa principal de la espiral inflacionista que parece empezar a estar controlada. El 1,8% de inflación de septiembre es un dato magnífico que, sin embargo, no puede ocultar que los precios han subido más de un 20% en los tres últimos años y que el coste de la cesta de la compra subió 14 puntos más que los salarios entre 2019 y 2024, sin olvidar que el sueldo más frecuente –el que perciben más ciudadanos–bajó de los 18.000 euros brutos anuales a los 14.586 de 2021.

El Gobierno también celebró ayer que el PIB subió un 3,1% en términos interanuales en el segundo semestre de 2024, tras la última revisión realizada por el INE. Confirma que la economía española es la que más crece de las grandes de la zona euro, mucho más que las de Francia y Alemania con debilidades importantes. Es, por supuesto, otra buena noticia, que tiene el «pero» de que la renta per cápita –el dinero del que dispone cada persona– no aumenta. La explicación es que la economía crece porque también lo hace la población, no porque produzca más para todos, sin olvidar que una buena parte se debe al impacto de los fondos europeos, es decir, al gasto público. Hay buenas noticias económicas, pero también casi todo –menos los ingresos personales– ha subido tanto como el corte de pelo de Sam Ewing.

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