La presión fiscal empuja a los españoles a refugiarse en el cobro en «B»

La presión fiscal empuja a los españoles a refugiarse en el cobro en «B»

Estos días ha saltado a los titulares el caso del eurodiputado Alvise Pérez, del nuevo partido Se Acabó la Fiesta, quien ha reconocido que cobró 100.000 euros de un empresario vinculado al sector de las criptomonedas para supuestamente financiar su campaña electoral al Parlamento Europeo. Alvise, cuyo reclamo electoral era el de acabar con el despilfarro en las instituciones y poner coto al «oscuro» reparto del dinero público, se ha visto envuelto en el cobro de dinero negro, algo especialmente negativo en cuanto a la financiación de partidos políticos.

El Sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) publicaba en 2023 un informe sobre el dinero negro o economía sumergida en España. Según el mismo, hasta un 18,1 por ciento de nuestra economía es opaca al fisco, eso representan 240.000 millones de euros «libres de impuestos». Así, en este informe se indica que las dos principales razones esgrimidas para justificar ingresos en «negro» son, con el 38 por ciento de las respuestas, la necesidad de los trabajadores de complementar sus ingresos y la segunda, con el 37 por ciento de las contestaciones, por parte de los empresarios, que argumentan el régimen fiscal confiscatorio y la elevada presión fiscal que sufren las actividades económicas.

La legislación contribuye de manera decisiva a fomentar la economía sumergida. Son varias las razones que explicarían ésta, como la excesiva regulación del precio de los alquileres lo que hace que cada vez más una parte de la renta que paga el inquilino se cobre en efectivo, evitando el arrendador declarar el total a Hacienda. También la subida indiscriminada del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) sin relación a la productividad hace que se destruya empleo regular y se sustituya por infraempleo no declarado ni cotizado, y otra razón más sería el incremento en las cotizaciones que tiene que pagar los trabajadores autónomos, lo hace que estos desvíen parte de su facturación a su contabilidad en «B».

En España, el informe «Salarios en B» de InfoJobs de 2023 llega a la conclusión que el 11 por ciento de los trabajadores españoles cobran su sueldo en negro. La falta de cotizaciones sociales de este gigantesco colectivo laboral profundiza la crisis de déficit de la Seguridad Social. En este aspecto, el segundo trimestre de 2024 el Instituto Nacional de Estadística (INE) contabilizaba 21,7 millones de ocupados en la economía formal. El 89 por ciento de todos los ocupados, con o sin contrato. Ya que los que carecen de contrato son 2,7 millones. Solo con sus cotizaciones se cubriría el déficit de las pensiones.

Otro estudio de 2024, en este caso de Science Direct, sitúa la economía sumergida en la Unión Europea en un porcentaje del 21,9 por ciento, asignando a España una tasa similar, la del 20,2 por ciento. En los polos opuestos se hayan Países Bajos (8,1 por ciento), Luxemburgo (8,9 por ciento) y Austria (9,5 por ciento), los tres países con menos economía en «B», y por otra parte los «campeones» en economía sumergida; Croacia (40,7 por ciento), Rumanía (45,5 por ciento) y Bulgaria (47,4 por ciento).

La lucha contra el dinero negro agudiza el ingenio de los gobiernos, especialmente de Hacienda, que con la implementación de las monedas digitales tendrían un registro de todas las operaciones de compra y venta de los ciudadanos y empresas.

El Banco Central de China experimenta con la implantación del «yuan digital», así como también el Banco Central Europeo está estudiando la introducción del «euro digital». Los planes chinos son muy ambiciosos a corto plazo, sustituir el papel moneda por completo. Los europeos de momento aspiran a que el euro papel y digital sean complementarios, en una primera fase.

Por lo que el dinero negro se dirige a las «criptomonedas», que pueden asumir el rol de lo que hasta ahora eran el dinero físico; billetes y monedas. Por lo que la extensión de las monedas oficiales digitales debería impedir la existencia de este tipo de monedas caracterizadas por su independencia de cualquier organismo oficial y fuera del control gubernamental. De esta manera, el nuevo dinero negro podría ser el sector de las «criptomonedas». Otra alternativa o refugio de valor son los metales preciosos, especialmente el oro; de hecho, en total, los particulares atesoran más oro que los bancos centrales.

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