Puigdemont y su afición por los puzles

Puigdemont y su afición por los puzles

Aquellos que tienen la puerta abierta para visitar Waterloo puede que se topen algún día con Carles Puigdemont entretenido en montar un puzle, ya que, paradojas de la vida, parece que es una de las vías de escape que ha encontrado el ex presidente de la Generalitat para pasar el tiempo mientras sigue a la espera de que se le aplique la prometida amnistía y pueda volver a Cataluña. Sí quiere regresar. Sí quiere seguir en política. Y también quiere asfixiar a Sánchez, sin asfixiarse a sí mismo.

Esta pasada semana, los socios del Gobierno han vuelto a montar el gran escándalo siguiendo el rastro de Junts. Ruido de sables, titulares de nuevos chantajes y reacciones desde la oposición dando por muerta la Legislatura ante la posibilidad de que no haya Presupuestos… La comedia mayor del reino o el drama, según quien lo mire, pero cabe la posibilidad de que todos estén representando sin más el papel que les toca en una función que ha sido diseñada para sacar la mayor ventaja para sus intereses particulares. Por tanto, no debería confiarse la oposición en este clima de guerrilla entre Sánchez y sus socios porque no hay ninguna razón objetiva para pensar que este nuevo incendio termine de manera diferente a los que han tenido lugar antes. Es decir, con Sánchez en Moncloa y tan indiferente a los que hablan de humillaciones y cesiones que se fuma un puro a costa de ellos. Sánchez ganará más tiempo, ni Junts ni ERC darán una estocada definitiva al Gobierno de coalición, y, entre tanto, Moncloa seguirá ocupando espacios institucionales y mediáticos para definir un marco en el que aquel que llegue después a La Moncloa tendrá muy difícil cambiar los resortes de los poderes que condicionan la agenda política y económica.

Por eso, dentro de la dirección del PP podría serles útil dedicar algo de tiempo a analizar por qué todavía no se les llega a ver como una alternativa sólida entre esos poderes fácticos que mueven los hilos y que mantienen, contra viento y marea, una confianza total en la continuidad del presidente del Gobierno, incluso sin agenda legislativa. Génova ha puesto en marcha una estrategia propositiva con la que quieren ampliar la percepción que tienen en la calle de la oferta del PP, pero para que eso sea efectivo tiene que traducirse en votaciones ganadas en el Congreso y en derrotas acumuladas del Grupo Socialista. Casi todo lo demás se lo lleva el viento.

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