México en su historia

México en su historia

«La conquista de México la hicieron los indios; la independencia, los españoles», escribió José Vasconcelos, intelectual mexicano de profunda cultura, filósofo de alto prestigio, político sagaz que ocupó la cartera de Educación entre 1921 y 1924. Rector de la Universidad de México, maestro de la juventud de América, académico de la Academia Mexicana de la Lengua. Vasconcelos creía que los diversos pueblos mesoamericanos, olmecas, zapotecas, totonacas y, sobre todo tlaxcaltecas, gemían bajo la opresión azteca. Y que «no hubo conquista de México sino liberación». Hernán Cortés, con 600 hombres y unas docenas de caballos, nada hubiera podido hacer frente al Ejército de 200.000 soldados de los aztecas que habían establecido un «imperio caníbal» en el que cada año se sacrificaba en los altares piramidales a 40.000 personas, se les arrancaba el corazón y se comían sus carnes. Hernán Cortés se alió con 300.000 indios para acabar con «el imperio antropófago» y de aquella victoria nació el México actual. El dirigente español, casado con Malinche, se ocupó de mestizar la nación y creó además un Estado moderno que nunca fue colonia sino virreinato, formando parte de aquella España en la que no se ponía el sol.

Después de tres siglos de prosperidad, cuando el rey Fernando VII juró la Constitución de 1812, «la clase dirigente de la época, formada en gran parte por criollos españoles, decidió separarse de España porque temieron perder sus privilegios con aquella Constitución que consagraba la libertad». Estas palabras pertenecen al Premio Nobel Octavio Paz, mi inolvidado amigo, tal vez la persona más inteligente que he conocido después de Arnold Toynbee.

En 1821 los indios significaban el 60% de la población mexicana; en 1921, solo el 8%. Más vale que no hablemos de genocidios. Subrayemos que, a pesar de la borrascosa historia durante los dos siglos de independencia, tras perder en beneficio de los Estados Unidos extensos territorios, entre ellos Texas y su petróleo, y la agricultura y las minas de California, México se ha convertido, a pesar de sus problemas, en un maravilloso país para la cultura y la felicidad.

Fidel Castro, por cierto, desbarató el sectarismo de algunos historiadores, así como de varios políticos tipo López Obrador, cuando declaró: «Queremos seguir siendo esa maravillosa mezcla de españoles, indios y africanos… Eso es lo que nos dio Santiago, eso y parte del alma de España».

Luis María Anson, de la Real Academia Española.

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