Fernando Cayo: “Por mi hija, renuncié a interpretar a un pederasta”

Fernando Cayo: “Por mi hija, renuncié a interpretar a un pederasta”

Lo recuerdo en la pantalla desde que tengo memoria. Fernando Cayo es uno de esos actores que ha acompañado a los espectadores a lo largo de su vida tanto en la televisión como en el cine, sin ignorar al gran olvidado por el gran público pero el preferido por casi todos los intérpretes: el teatro. «Te conecta con lo auténtico y te quita la tontería que te deja el exceso de fama, egolatría o vanidad», dice a LA RAZÓN. Ahora está inmerso en los ensayos de la versión teatral de «Los lunes al sol», que llegará a los escenarios los próximos 4, 5 y 6 de octubre en el Teatro Calderón de Valladolid, la tierra natal de Cayo.

En uno de los huecos de su agenda, recientemente se escapó hasta Aranda del Duero para recoger el testigo como Ribereño del Año, con el propósito de abanderar y representar con orgullo el prestigio, la tradición y la cultura que caracterizan a la Denominación de Origen Ribera del Duero.

Sea sincero, ¿usted es más de vino o de cerveza?

Yo soy más de vino. En mi familia hay mucha tradición y los últimos regalos que les he hecho a mis hermanos han sido buenas botellas de vino.

¿Siempre quiso ser actor?

Yo creo que sí, empecé haciendo teatro muy pequeño. Yo soy el pequeño de una familia de hermanos mayores y siempre me tocó jugar solo, que puede ser una forma de interpretación primigenia. En el colegio empecé el teatro, siempre creando y haciendo espectáculos, con mis propios efectos de luz y sonido, y luego seguí en la Escuela de Arte Dramático de Valladolid. A partir de ahí vino todo rodado. Ha sido una forma de entender la vida, en mi casa siempre ha habido un ambiente muy artístico.

¿Se queda algo de los personajes que interpreta cuando le toca decirles adiós?

La interpretación siempre ha sido para mí un camino de crecimiento personal, todo está destinado a comprender un poquito mejor el universo en el que estoy. Desde luego, los personajes me ayudan a plantearme mis propios conflictos personales que estoy viviendo en ese momento. Además, mágicamente, los personajes que me han tocado interpretar siempre han guardado cierta relación con lo que me estaba pasando en ese momento.

¿Ha notado un antes y un después de Tamayo en «La casa de papel»?

Ha sido una serie con mucha repercusión internacional, pero la primera serie con la que yo viví ese fenómeno de mucha popularidad fue con «Manos a la obra» en 1997. En ese momento reuníamos a 6 millones de personas frente al televisor todas las semanas y desde entonces siempre he hilado trabajos muy sonados. Sobre todo, «La casa de papel» me ha dado la posibilidad de trabajar al más alto nivel de producción. Trabajábamos a un nivel que no tenía nada que envidiar a Hollywood. También me quedo con el hermanamiento que se ha creado con todas las personas que vieron la serie, que aunque era entretenimiento tenía un trasfondo social.

¿Cine, teatro o televisión?

He hecho de todo y seguiré haciendo todo lo que me apetezca. Intento compaginar cine, teatro y tele, porque cada uno me llena de una forma, pero es cierto que el teatro te conecta mucho con lo artesanal, con lo auténtico, y te quita la tontería que te deja el exceso de fama o vanidad.

¿Cuál es la parte más sacrificada de su trabajo?

He dedicado y sigo dedicando muchas horas a la formación, y evidentemente pasar tantas horas fuera de casa hace muy difícil poder compaginar el trabajo con mi vida familiar. Afortunadamente, mi hija ya es mayor, está en la universidad. Yo he intentado a lo largo de mi vida que le pesara lo menos posible que estuviera tanto tiempo fuera y aprovechar los momentos en los que estábamos juntos.

Antes se ha referido a su trabajo como motor para comprender mejor el mundo y a las personas, pero imagino que el dinero también es importante para levantarse cada mañana.

La verdad es que no trabajo solo por dinero, sino también por disfrutar y hacer cosas interesantes que puedan significar algo para la gente.

¿Y qué es lo que nunca haría ni por todo el dinero del mundo?

Cuando mi hija era pequeña, recuerdo que me hicieron una oferta para interpretar a un pederasta y en ese momento tuve que rechazarlo. Sé que son personajes, y yo he hecho personajes muy malvados y retorcidos, pero hay momentos en los que no me apetece sumergirme en cierto tipo de conductas. Sobre todo, cuando ella era una niña.

¿Algo que tenga pendiente por hacer?

Un objetivo importante para mí ahora es acompañar el crecimiento personal y profesional de mi hija. Es a lo que ahora dedico todo el tiempo que puedo. Mi hija es siempre mi objetivo vital.

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