Estos son los factores que predisponen a padecer problemas con las lentillas

Estos son los factores que predisponen a padecer problemas con las lentillas

Las lentes de contacto gozan de gran popularidad en nuestro país por su comodidad, las ventajas que aportan y por algunos de sus usos más novedosos, como son el control de la miopía en niños o las lentillas multifocales para abordar la presbicia. Se estima que 2,5 millones de personas aproximadamente las utilizan en España.

Sin embargo, y como todo, su empleo no está exento de riesgo. El más común, la queratitis microbiana (QM), una infección de la córnea causada por bacterias. Ahora, y gracias al estudio Reginfecor, de la Sociedad Española de Oftalmología, se sabe que estas son bastantes frecuentes: se produce un caso de QM por el uso de lentes por cada 30.000 habitantes por año. «Es un problema muy común de ver en las Urgencias de Oftalmologia y, sin embargo, los usuarios no le dan importancia a los buenos hábitos hasta que se ven envueltos en un problema serio con las lentillas», asegura Estíbaliz Izpisua, su autora.

El trabajo surge precisamente con el objetivo de tener una visión sociodemográfica, a fin de conocer las características de este tipo de infección en España. De ello se habló en el 100º Congreso de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO), que se celebró esta semana en Madrid. El estudio, que es el más importante realizado hasta la fecha en España sobre el uso de lentes de contacto, contó con la participación de 32 hospitales, del que se estima una incidencia de cuatro casos por cada 10.000 usuarios. En el mismo se analizó su incidencia, los factores de riesgo y las secuelas relacionados con su desarrollo o el perfil microbiológico.

Algunas de las conclusiones son que una gran mayoría de los portadores de lentes de contacto tienen una baja percepción del riesgo de infección relacionado con su uso, lo que lleva a comportamientos peligrosos. Refieren no recordar haber recibido ningún mensaje por parte de su óptico u oftalmólogo acerca de recomendaciones en el manejo de las lentillas.

Y es que la mitad o más reconoce «pecadillos» como reutilizar, más del tiempo aconsejado, la solución desinfectante, alargar la vida útil de la lente de contacto, dormir, nadar y ducharse con ellas de forma habitual u ocasional o incluso dormir con ellas. Este hecho se relacionó con una mayor incidencia de secuelas graves, incluida la necesidad de trasplante de córnea.

«Son extremadamente frecuentes estos factores de riesgo, pero gracias a los mecanismos de defensa del ojo no se producen tantas infecciones, si bien existen y son potencialmente graves», confirma Izpisua. Y el más importante, como decíamos, es el dormir con la lente. «Es lo que más aumenta el riesgo y esto se ha visto reflejado en nuestro estudio (y en otros), porque durante esas hora de sueño la cornea no tiene acceso a los nutrientes de la lágrima, se queda en hipoxia y generar microtraumatismos que son la puerta de entrada para los gérmenes, pues se rompe la defensa de la córnea».

Otro dato curioso es que es más frecuente la aparición de infecciones en verano. «La hipótesis es que se relajan los hábitos de higiene y que el no tener los horarios habituales lleva a tener olvidos, a no recambiar los estuches en viajes, no hay facilidad para lavarse las manos… y el calor siempre es bueno para la proliferación de gérmenes», cuenta la experta. Además de estar probablemente relacionado con nadar en piscinas o el mar con ellas y usarlas más tiempo del recomendado.

Por todo ello los expertos recalcan la importancia de la educación de los pacientes sobre los riesgos asociados con los malos hábitos de uso de las lentillas para prevenir las infecciones, con secuelas potencialmente devastadoras para la visión. «Hay que concienciar, ahora que se conoce el problema. Porque son un elemento muy cómodo, pero hay que usarlo con responsabilidad», advierte Izpisua.

Valor médico

Y es que, como lamenta Salvador García-Delpech, presidente de la Sociedad Española de Contactología, «se les ha quitado el valor médico que tienen. Desde hace años son los ópticos los que las adaptan y ahora incluso internet. No son malas, pero hay que darles la importancia que tienen. Se requiere que haya un médico y que alguien te vea el ojo para saber si puedes usarlas, y volver a los seis meses y ver si hay que cambiarlas o hay alguna complicación. La gente las compra en las ópticas y no van al médico hasta que hay una complicación. Y esto no tiene sentido». Porque, subraya, «el óptico no es médico y su enfoque no es médico sino el cómo se ve con la lentilla». «La mayor parte de la población no acude a un oftalmólogo en el contexto de una adaptación de lentes de contacto. Y todo esto tenemos que abordarlo, porque los peligros de las infecciones por lentes de contacto son muy frecuentes». Se trata, concluye, de «promover su conocimiento. Son problemas que podrían ser solucionados fácilmente».

Esto es aún más importante por el número creciente de niños que las usan, pues están en una edad en desarrollo y que puede condicionar su visión futura. Es por ello por lo que siempre debe haber un oftalmólogo que haya valorado al paciente en la adaptación de su lente y que siempre sea referencia a quien acudir si surge un problema y el propio médico, un historial que revisar para poder actuar de la forma más eficaz y que la infección no deje secuelas que pueda lamentar.

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