Todo arrancó una tarde en un Starbucks, donde se tomaron un café la exgimnasta y medallista olímpica Almudena Cid con la esquiadora también olímpica Lola Fernández Ochoa. Allí, ambas deportistas de élite decidieron ponerse en marcha para luchar por la protección social de este colectivo que en su inmensa mayoría dedica una buena parte de sus años de vida laboral al deporte de más alto nivel, como prefieren denominarlo, sin cotizar a la Seguridad Social. La falta de un encuadre claro dentro del sistema o la ausencia de información sobre las ayudas que pueden recibir para ser autónomos han llevado a que la mayoría de estos deportistas se encuentren con una carrera de cotización mermada y unas pensiones exiguas, en el caso de lograr el derecho a tenerlas.
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