Los talibanes se ofrecen a luchar con Hizbulá contra Israel

Los talibanes se ofrecen a luchar con Hizbulá contra Israel

El mundo se ha olvidado del Emirato talibán, vencedor de una guerra de veinte años contra Estados Unidos y occidente. Desde entonces, el grupo terrorista vuelve a ser el dueño y señor de Afganistán. La guerra se perdió y el mundo pasó página. Sin embargo, los miles de millones en armas, vehículos blindados, helicópteros y equipamiento militar que Washington dejó atrás todavía son una amenaza cuyos efectos son incuantificables. Siguen allí, listos para la guerra, y los talibanes se los han ofrecido a Hizbulá para unir sus combatientes en una yihad global contra Israel.

La oferta vino a propósito de la reunión que, a finales de junio, mantuvieron el ministerio de Asuntos Exteriores de la República Islámica de Irán y la cúpula gobernante del Emirato, con el objetivo de discutir la posibilidad de emprender “acciones conjuntas” para apoyar a Hizbulá y a Hamás. La colaboración entre el gobierno iraní, chiita, y el talibán, sunita, no es algo nuevo. Durante las dos décadas de guerra contra Estados Unidos y la legítima República Islámica de Afganistán, los yihadistas afganos contaron con la colaboración del régimen de los ayatolás para utilizar su país como punto de entrenamiento y escondite, así como desde donde lanzar sus ofensivas en el oeste del país, sobre todo en las provincias de Herat, Farah y Nimroz.

Después de la reunión de junio el representante iraní, Ali Bagheri Kani, y su homólogo talibán, Amir Khan Muttaqi, pidieron “a los estados miembros de la Organización de Cooperación Islámica que ejerzan presión sobre Israel”, según informó Mehr News, un medio afiliado al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. Desde entonces, el Emirato ha informado a Teherán, en más de una ocasión, que cuentan con la capacidad para desplegar miles de tropas y luchar contra Israel, según informó, a mediados de junio, “Al Akhbar Daily”, un medio propiedad de Hizbulá. Irán ya no esconde su relación con los talibanes, y eso incluye a su proxi en el Líbano, el cual está a las puertas de un conflicto a gran escala con Israel.

Mientras, Hamás, que está más alineado con los talibanes ya que ambos son sunitas, también se ha reunido con representantes de Kabul. Hafiz Zia Ahmad, uno de los portavoces del ministerio de Exteriores del Emirato afgano, fue quien informó que en mayo se produjeron las primeras reuniones entre el líder político de Hamás, Ismail Haniyah, y el viceprimer ministro talibán, Mullah Abdul Ghani Baradar.

Sin embargo, esta cooperación podría haber comenzado mucho antes a través de la venta de armas. Las mismas que Estados Unidos dejó en Afganistán “han sido utilizadas en ataques de grupos terroristas en Cachemira y en la Franja de Gaza”, informó el año pasado la revista “Foreign Policy”. Desde la huida de las tropas occidentales y la desbandada del Ejército Nacional Afgano, los talibanes se han convertido en un punto de reabastecimiento del mercado negro armamentístico que nutre a muchos grupos yihadistas en Oriente Medio y el centro de Asia.

Anteriormente, los talibanes ya se habían ofrecido para luchar y morir en Gaza. En febrero de 2024, el representante iraní para los Asuntos de Afganistán, Hassan Kazemi Qomi, declaró que “si es necesario, una división martirizadora de Afganistán está preparada para luchar en Gaza. Tal como lo vemos, también es parte del Eje de la Resistencia”. De esta manera, los suicidas del Emirato afgano también estarían dispuestos a morir por Hizbulá y su lucha contra Israel, a la que el ministro de Exteriores talibán, Abdul Qahar Balkhi, describe como “un régimen sionista criminal”, según publicó en sus redes sociales.

Poco antes de morir, el exlíder de Hizbulá, Hassan Nasrala, dijo en un discurso que “los líderes militantes de otros países han ofrecido previamente enviar decenas de miles de combatientes para ayudar a Hizbulá. Les dijimos, gracias, pero estamos abrumados por los números que tenemos”. Se calcula que el grupo cuenta con unas 100.000 tropas, algo que no sería suficiente en caso de una gran escalada contra Israel. Por ello, el propio difunto líder ya apuntó anteriormente que si un conflicto total llega a producirse “los combatientes de Irán, Irak, Yemen, Afganistán y Pakistán serán socios de tal guerra”.

Por su parte, Tel Aviv es muy consciente del peligro. Eran Etzion, ex jefe de planificación de políticas del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, explicó la semana pasada durante una mesa redonda en Washington DC que “podría haber una intervención de los hutíes y las milicias iraquíes, así como un flujo masivo de yihadistas desde Afganistán y Pakistán hacia el Líbano y las zonas sirias fronterizas con Israel”. En ese caso, el influjo no podría ser posible sin la colaboración de Irán, por donde transitarían los combatientes afganos y pakistaníes. Es decir, que Teherán intervendría de una forma que, por efecto dominó, haría que Estados Unidos se sumase al conflicto con una fuerte presencia junto a Israel.

El lunes el Pentágono confirmó que está enviando “unos cuantos miles de tropas más a Oriente Medio”, sin especificar el número exacto, incluyendo “el despliegue de varios escuadrones de aviones de combate F-15, F-16 y F-22, así como aviones de guerra A-10”. Los refuerzos enviados por Washington se unirán a los 40.000 soldados estadounidenses que operan en varios países de la zona como Siria, Irak y el Golfo Pérsico. “El U.S.S. Abraham Lincoln, en el Golfo de Omán, se encuentra en un despliegue prolongado en la región, y un segundo portaaviones, el U.S.S. Harry S. Truman, partió de Norfolk, Virginia, hace una semana hacia el Mediterráneo como parte de un despliegue programado regularmente”, según informó el “New York Times”.

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