La Pedrera se convierte en la cantera expositiva del arte del siglo XX

La Pedrera se convierte en la cantera expositiva del arte del siglo XX

La Pedrera es un edificio que podría ser visto como una gran escultura de piedra gracias al imaginario arquitectónico de Antoni Gaudí. Por esa razón parece razonable que la también llamada Casa Milà de Barcelona sea la sede de una gran exposición que desde hoy puede visitarse y que reúne a algunos de los mejores escultores del siglo XX. Todos ellos tienen como denominador común emplear la piedra como material para sus obras, ya sean pequeñas y delicadas o de grandes dimensiones y pesadas.

La muestra, organizada por la Fundació Catalunya La Pedrera y comisariada por Penelope Curtis, la que fuera directora de la Tate Britain de Londres, contiene más de ochenta piezas de autores como Hans Arp, Louise Bourgeois, Eduardo Chillida, Barbara Hepworth, Henry Moore o Jorge Oteiza, entre otros.

«Esta es una exposición especialmente pensada para este edificio», comentó ayer Curtis durante la presentación en la Pedrera. En un primer momento, como ella explicó, la propuesta que se le hizo a Curtis fue comisariar una antológica sobre Hepworth, «pero dije que era mejor haciéndola sobre el arte en piedra aprovechando el contexto. Así hemos podido abrir el edificio y mostrarlo».

La ex responsable de la Tate Britain ha estado dos años trabajando en este proyecto que ha contado con la colaboración de varias colecciones privadas, así como de museos de todo el mundo. Todo ello dibuja una cronología que se inicia desde la segunda mitad del siglo pasado a 2013, pero tiene su especial eclosión con los creadores que trabajaron con la piedra tras el final de la Segunda Guerra Mundial.

El recorrido se arranca reivindicando el origen de todo esto, es decir, las canteras, como lo demuestra una colección de imágenes realizadas entre 2008 y 2010 por Aglaia Konrad en Carrara. A partir de ahí se nos invita a seguir los pasos, por ejemplo, de Barbara Hepworth, quien en abril de 1933 quedó fascinada por lo que veía en el sur de Francia, un paisaje de colinas y relieves que fue trasladando a las piezas que ejecutaría al año siguiente, protagonizadas por el paisaje y la figura.

Esos mismos temas parecen en este tiempo también en varias de las piezas que salen de las manos (y los cinceles) de Henry Moore mientras que Hans Arp o Eduardo Chillida apostaron por la ambigüedad.

Estos creadores decidieron prescindir de otros materiales aparentemente no tan toscos, identificándose con la piedra como una suerte de «forma interior», descubriendo que con la rosa puede también surgir la curva. Hepworth y Moore empezaron a agujerear piedras mientras que Hans Arp y Louise Bourgeois se sirvieron de la piedra para plasmar formas de corte orgánico relacionadas con el crecimiento y el vigor.

Una de las secciones más interesantes en la Pedrera es aquella en la que los escultores aprovechan esos materiales para construir juegos y fantasías con luces y sombras, haciendo que lo que parece un soporte duro puede incluso tener una visibilidad blanda. Es el magisterio de Isamu Noguchi que nos lleva hasta las nuevas perspectivas creadas por Stephen Cox o Cristina Iglesias.

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