Hacer y deshacer

Hacer y deshacer

¿No escucháis a veces el timbre de un teléfono que suena en otra dimensión de la realidad? A temporadas, oigo el de la casa de mis padres, cuyo número todavía recuerdo: cuatro, quince, cincuenta y tres, noventa. Lo he puesto en letras para que lo leáis despacio porque se trata de un endecasílabo repleto de acentos, lleno de un ritmo interno que da gusto paladear. El endecasílabo explota en la poesía italiana del Medievo y del Renacimiento (Dante, Petrarca, etcétera), aunque creo que ya se utilizaba en los poemas de la antigüedad clásica (preguntadle a vuestro profe de Letras). Al poseer la flexibilidad y la longitud de un látigo, resulta único para expresar sentimientos complejos. Es la materia de la que está hecho el soneto.

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