Las pruebas de santidad de Balduino de Bélgica

Las pruebas de santidad de Balduino de Bélgica

La actitud del rey Balduino de Bélgica frente al aborto no es sino una prueba más de santidad de las tantas que dio el monarca belga durante su vida. En la carta que remitió al primer ministro para justificar su decisión, explicaba: «Mi objeción de conciencia no implica juico alguno por mi parte sobre quienes están a favor del proyecto. Por otra parte, mi actitud no significa que sea insensible a la situación tan difícil y a veces dramática a la que se enfrentan algunas mujeres».

Este, por ejemplo, es uno de los rasgos que destaca Leticia Ruiz de Ojeda, presidenta de la Fundación INEIS, creada por la reina Fabiola de Bélgica para la gestión de parte de su legado y responsables del memorial del rey en Motril, ciudad en la que falleció.

Ella, nieta de una de las hermanas de la reina, conoció de cerca a los monarcas y pronuncia a la vez con el respeto que se merece un rey, pero también con el cariño que se le tiene a un tío cercano, el nombre de Balduino. «Recuerdo que una vez, en una visita que les hice mientras estaba estudiando en el Reino Unido, me explicó que tenía la alarma de su reloj a las doce de la mañana para rezar el Ángelus, pero que la pondría a la una para que lo hiciéramos a la vez». Este gesto a primera vista insignificante da muestras de la personalidad de un jefe de Estado que desde que perdió a su madre siendo un niño sintió una profunda fe que compartió con todo el que le rodeaba. En Motril, de hecho, son muchas las personas que recuerdan los detalles que tenía con ellos y que llegaban al punto de preocuparse de manera directa por su salud y la de sus familiares.

Reyes que son más que reyes

En Bélgica, como recordaba también Ruiz de Ojeda, gestos como darle su abrigo a una mujer que lo había perdido todo en una inundación o el testimonio que dio durante su funeral de una víctima de trata de blancas, en el que agradeció la preocupación que mostró siempre el rey, hicieron que su santidad se planteara en el mismo momento de su fallecimiento, el 31 de julio de 1993.

En aquel funeral, que congregó a quince reyes, de Isabel II a Beatriz de los Países Bajos o Don Juan Carlos, destacó el aire lleno de esperanza que marcó la reina Fabiola con su vestido blanco, como sus predecesoras medievales, y, sobre todo, las palabras del cardenal primado Gotfried Daneels: «Hay reyes que son más que reyes, son los pastores de su pueblo».

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