10 horas nadando por los cuidados paliativos

10 horas nadando por los cuidados paliativos

«Nunca olvidaré cómo trataron a mi madre cuando se estaba muriendo. La relación médico-paciente iba mucho más allá de lo profesional», esa es la deuda de Darío Fernández con el Hospital Santa Adela y San José, de La Cruz Roja. Antes de que falleciera, este nadador prometió a su madre que cumpliría la hazaña de cruzar a nado el Canal de La Mancha. Ambas deudas las saldaba el pasado mes de agosto, cuando conseguía completar el desafío en un tiempo de 10 horas y 42 minutos. Pero, el agradecimiento de Darío va más allá, y ayer se hacía oficial su entrega de casi 4.000 euros a la unidad de cuidados paliativos de dicho hospital. Durante los últimos meses, ha recaudado este dinero a través de una campaña de «crowdfunding», para que más pacientes puedan recibir la «excepcional atención» que recibió su madre en este centro.

A sus 49 años, este madrileño tuvo que entrenar durante años, bajo todo tipo de condiciones, para acostumbrarse a la exigencia del Canal de la Mancha. «Me tenía que preparar para lo peor, acostumbrando a mi cuerpo a comer y beber durante esas diez horas y mantener el mismo ritmo. Entre el equipo que le acompañaba, había un «contador de brazadas», que se aseguraba de que su rendimiento fuese constante. Asegura que al terminar el reto, «esperaba encontrarme mucho peor». Además del equipo que iba en la embarcación en paralelo, ha contado con el apoyo de su familia, amigos y especialmente de su padre: «Le emocionó mucho que hiciese esto por ella».

Para calcular la dimensión de la gesta, entre los nadadores este canal se conoce como «el Everest de las aguas abiertas». Son muchos los inconvenientes que puedes tener durante esta travesía, «especialmente por las corrientes», pero también problemas estomacales o hasta la hipotermia. Por ello, este desafío conlleva años de programación. Hay una lista de espera de más de un año para apuntarse y además exigen estar federado allí, más allá de cumplir con unos tiempos y clasificaciones mínimas. En definitiva, es una hazaña solo alcanzable para nadadores expertos. Pero además de la inversión en tiempo y en esfuerzo, también supone una inversión económica importante a lo largo de todos los meses de entrenamiento: «Al rededor de 6.000 euros. Pero en ningún momento lo he pensado». Una vez cumplido su objetivo, no pretende dejar de seguir nadando y de enfrentarse a nuevos retos, como la maratón de natación de Manhattan.

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