Alguien ha calculado que si todas las cepas que hay en el municipio ciudadrealeño de Tomelloso —el quinto mayor viñedo de España: 8.400 hectáreas— se plantaran una detrás de otra, en rigurosa fila, darían la vuelta a la Tierra. Imagínense la cantidad de piedras que debe de levantar un arado al abrir un surco de 40.000 kilómetros. O mejor no se lo imaginen: vayan a Tomelloso y vean lo que hacían allí hasta hace poco con todas la que iban retirando mientras labraban esa inmensidad. En vez de erigir una pirámide o una montaña, que en La Mancha no pintan nada, construyeron 700 bombos.
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