Saisho: democratizar el acceso del arte y su comprensión

Saisho: democratizar el  acceso del arte y su comprensión

¿Sabría identificar un cuadro bueno de uno malo? ¿Ponerle precio a una obra de arte? ¿Cómo invertir en arte correctamente? ¿Cuáles son las claves para que un artista se revalorice? Estas son las preguntas que Carlos Suárez se hizo hace ocho años después de intentar vender las obras de su padre, arquitecto y artista amateur. «Las puse en varias plataformas internacionales y nacionales simplemente con el objetivo de hacerle sentir bien, pero fue un fracaso y antes de decírselo, decidí intentarlo con compañeros del trabajo». Le creó un perfil en Facebook, les dijo que era un artista anónimo que había descubierto por casualidad y las obras despertaron tal interés que consiguió vender tres. Aunque el valor de estas no fue el que puede alcanzar las de un artista consagrado, fue más que suficiente para despertar el orgullo de su padre y su chispa de interés por lograr algo que trascendiese.

«Me di cuenta que había un problema. El mismo producto no funcionó digitalmente pero al intentarlo en la calle sí. Por alguna razón no se vendía arte pero si le interesaba a la gente y claramente era el canal». Después de compartirlo con sus socios, estos decidieron salir a la calle para conocer la visión de la gente y saber cómo era su relación real con el arte. Más de mil sondeos más tarde se encontraron con varias grandes problemáticas: la gente no sabe valorar el arte y esto les crea tal inseguridad que les lleva a pensar que están siendo engañados, sí que les interesa y estarían dispuestos a invertir en ello pero no saben ponerle un precio y todos prefieren ver la obra en formato físico que digitalmente.

Diez años trabajando en banca de inversión, asesorando a empresas a comprar y vender compañías, dotaron a Suárez de la experiencia y capacidad suficiente para valorar activos. «Decidí exportar todo lo que sabía sobre esto y trasladarlo al sector del arte. Obviamente ni mis socios ni yo no teníamos ni idea de cómo funcionaba, por eso, durante dos años estuvimos reuniéndonos con asociaciones de artistas, ferias, galerías, museos…». Tras esto, entendieron que las galerías trabajan bajo la ley de la oferta y la demanda y que los precios los establecían anticipando la demanda que van a tener. Es decir, si un artista vende muchos cuadros en una exposición, para la próxima su coste subirá. «Replicamos ese sistema basándonos en los algoritmos de valoración de un artista y metimos matemáticas para que fuese una forma de funcionamiento muy transparente. Cada transacción en nuestra gráfica supone un incremento pero en nuestro equipo gestionan la inflación con aquellos artistas que más venden para que siga representando el valor justo de cada uno de ellos y no se creen burbujas».

También se dieron cuenta de que las casas de subastas hacen un flaco favor a los artistas vivos. Estas viven de ofrecer gangas al mercado y ajustando el precio que una obra puede alcanzar en una galería. «Existe un gran desconocimiento acerca de este descuento que aplican y esto provoca que muchos compradores desconfíen al comprobar el precio habitual de las obras en el mercado primario. La gran diferencia que existe en comparación con el que se vende en el secundario ha lastrado y acabado con carreras de muchos artistas».

Seleccionar, tasar y ordenar

Saisho significa primero en japonés. Una cultura que se caracteriza por la precisión y rigurosidad de sus gentes. Esta es la premisa de la que parte este proyecto que bautizaron con este nombre hace ocho años. Desde entonces, Saisho (Ferraz, 78) es el primer y único mercado cotizado de arte del mundo donde poder comprar arte con garantía de criterio experto, tanto artístico como de inversión. Su objetivo principal es democratizar el arte. Seleccionar, tasar y ordenar todas las artes plásticas bajo un sistema universalmente accesible para todos los tipos de consumidores. Su trabajo se centra en coger los elementos de valoración que hay, los diseccionan y hablan de cosas concretas.

Cuando llegas a Saisho solo tienes que dejar tus datos personales y contarles que estás buscando. Su equipo de expertos te atenderán y después de una pequeña formación previa sobre los conceptos básicos del mercado del arte, te asesorarán mediante una videollamada. «Después te van a proponer cuatro o cincos artistas de los que te explicarán sus puntos de valor, podrás ver sus obras en casa y después tomar una decisión sin compromiso ninguno. Estamos con cada cliente un mes de media, cuando se trata de la primera compra incluso más. Entre llamada y llamada dejamos semanas de reposo y reflexión, el sentido de esto es que sepan lo que compran y estén convencidos y decididos a hacerlo».

En estos momentos trabajan con casi cien artistas, pero no todos pueden estar en Saisho, deben superar un exhaustivo análisis. Entre los cincuenta parámetros que «exigen» está el statement, las referencias artísticas y no artísticas, contexto, planteamiento, composición, ejecución, complejidad y valoración formal y conceptual. Desde que empezaron han analizado a cerca de 42.000 y atendido a 28.000 coleccionistas. Del centenar están llegando a transaccionar con 60 de ellos de forma anual y si en un año no lo han conseguido con alguna no renuevan el contrato. «Esto significa que no hemos cumplido con nuestro cometido de que alcancen el mercado. La media de revalorización anual que tenemos es del 16%».

Cuentan con obras de artistas nacionales e internacionales y de mercado primario o secundario. «Este acuerdo es privado pero aseguramos que el precio de transacción siempre está muy cercano al valor cotizado, el único precio público que hay es el de referencia del artista», explica. Así, garantizan no solo un valor sólido y consistente sino que siempre están marcando referencia de tal modo que es sano para el artista, el que compra porque protege su valor y el que vende porque lo hace más alto. Otro de sus grandes «issues» a los que han tenido que enfrentarse es el desconocimiento de los coleccionistas experimentados. «Cuando empezamos Saisho estaba enfocado a coleccionistas que estuviesen empezando, compradores esporádicos o gente con interés por el arte, pero nos dimos cuenta que los coleccionistas más experimentados y galeristas no tenían conocimiento artístico. Por normal general tienen mucho ojo, han consumido mucho arte y tienen el ojo entrado pero no saben verbalizar lo que es tu ojímetro». Su visión de futuro a corto plazo es hacer accesible todas las bellas artes a todos los tipos de consumidores, ser la primera empresa de bellas artes del planeta. «Siempre armonizando con este acceso y conexión con el consumidor final para hacerle partícipe de la calidad artística de cada una de las disciplinas».

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