No la conozco, pero, nada más enterarme de la concesión de su premio, le envío un mensaje por Instagram y me responde, gentilísima, a los 10 minutos desde el hospital Gómez Ulla. Aunque estudió la carrera en su Murcia natal, es en este centro público de Madrid donde trabaja y se forma como residente de segundo año en una especialidad, la cirugía plástica, estética y reparadora, tan demandada por los médicos recién graduados que se precisa una nota altísima para conseguir plaza. Tórtola accede de inmediato a la entrevista, hace un hueco en su endiablada agenda de guardias y estudios y viene ella misma a la redacción de EL PAÍS, en el otro extremo de la ciudad, para facilitar el encuentro. Sabe que su perfil, una combinación entre poeta laureada y futura cirujana plástica, es irresistible para los periodistas y está decidida a aprovechar su momento para darle alas a su obra.
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EL BISTURÍ Y LA PALABRA
Lola Tórtola (Murcia, 27 años) dice que preferiría no escribir, pero que no puede no hacerlo. Se le aparecen palabras a las que no puede dejar de dar vueltas hasta encontrarles un encaje, una forma y un sentido. Así, palabra a palabra, verso a verso, forjó ‘Los dioses destruidos’, el libro con el que acaba de ganar el Premio de Poesía Joven. Tardó seis años, en los que, además, estudió seis cursos de Medicina, vivió y gozó las mieles de un Erasmus en Roma, se encerró a preparar la oposición a Médico Interno Residente y sacó el puesto de residente para ser cirujana plástica y reparadora. Tiene otro poemario en mente. Pero no tiene prisa. Su rebelión frente al ritmo de vida que le imponen otros es tomarse su tiempo para su obra.