Feijóo y la triangulación

Feijóo y la triangulación

A finales del ya lejano año de 1994, el presidente de Estados Unidos Bill Clinton estaba sumido en una profunda depresión política. Llevaba casi dos años en la Casa Blanca y su mandato no terminaba de arrancar. No sabía cómo darle lustre a su tarea, y adoptó la difícil decisión de pedir ayuda no a uno de los suyos, sino a un ajeno: al asesor político republicano, Dick Morris. Con su ayuda, Clinton ganó la reelección dos años después. ¿Qué aconsejó Morris a Clinton? Entre otras cosas, aplicar la táctica de la triangulación: elevarse por encima de la ideología propia, tomar algo de distancia y observar si los asuntos que proponen otros pueden resultar de utilidad; y, si los haces tuyos, le «robas» a tu oponente sus argumentos.

Está establecido en el marco doctrinario que la derecha suele dominar en materias como la seguridad, el control del gasto, la defensa o los impuestos bajos. Por el contrario, la izquierda suele ser fuerte en gasto social, sanidad, educación o medio ambiente.

Los dirigentes del PP creen llegado el momento de trascender de sus fortalezas tradicionales, de las que quizá ya no saque nuevos beneficios, para abrazar reivindicaciones habituales de la izquierda, como los asuntos sociales y la promoción de lo público. Dicho de otra forma, Feijóo ha encontrado el gusto a la intervención del poder político en esferas que los liberales fían más a la iniciativa privada.

El resultado de este giro es incierto. Un sector del partido tiene los pelos como escarpias, ante la posibilidad de que Feijóo quiera dar al PP un barniz socialdemócrata. Y alguna duda se puede comprender, porque la triangulación suele funcionar mejor cuando se aplica desde el poder, y quizá no resulte tan fructuosa cuando se anuncia desde la oposición. En cualquier caso, el experimento es sugestivo.

Fraga solía decir que el suyo era un partido liberal en lo económico y conservador en lo social, admirador, como era, de los tories británicos. Está por ver qué tipo de partido ofrece Feijóo a los españoles. Y conviene que se dé prisa en explicarlo, porque vienen curvas.

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