A Yolanda la quieren «muerta»; a Ábalos, sin memoria

A Yolanda la quieren «muerta»; a Ábalos, sin memoria

Para que a Pedro Sánchez le salgan los números, algunos en el PSOE creen que tienen que ir preparando la operación para sacar a Yolanda Díaz del terreno de juego. Les podría valer con un acuerdo entre ex compañeros de la izquierda a la izquierda del PSOE, en el que la política gallega aceptase volver al redil que sigue controlando la larga sombra de Pablo Iglesias. Una fusión de Sumar con Podemos sería una solución válida para sortear el obstáculo que hoy representa la vicepresidenta y ministra de Trabajo para los planes de Sánchez, pero esto es camino cegado por las rivalidades personales.

El factor humano, y más si está mezclado con la política, puede con todo, y de las carantoñas que Pedro y Yolanda se hacían en un pasado no tan lejano, y que ponían de los nervios a Nadia Calviño, a María Jesús Montero y hasta a la estable Margarita Robles, ya no queda nada. Fue un flirteo circunstancial, sometido al mercadeo de los votos. Y ahora de la sala de máquinas socialista sale la instrucción contraria, de flirtear a aniquilar a la vicepresidenta para arrimar voto a un suelo del PSOE que se está mostrando más resistente de lo que muchos pensaban.

Yolanda Díaz ya ha prestado todos los servicios que eran útiles al PSOE y quienes dirigen la fontanería de Moncloa no van a permitirle que se apunte ni un tanto más en el terreno social. Así que más le vale andarse con cuidado y protegerse bien de alguno de los hombres del presidente del Gobierno, que van hablando mal de ella, pero que además tienen ganas de morderle en la yugular, y no precisamente para seguir con el juego del flirteo.

En estas guerras internas que se gestionan bajo radar no hay que pasar tampoco por alto lo que hacen algunos de los que en su día se decían mejores amigos del ex ministro José Luis Ábalos y que hoy reniegan de él, a sabiendas de que Ábalos no se ha olvidado de que compartió con ellos algunos de los vicios por los que hoy le condenan ante la opinión pública. De lo que se haga de cintura para abajo hay nada que hablar mientras no afecte a menores ni a dinero público, pero, aun así, algunos de los que alternaban con el ex ministro andan temerosos de que tire de la manta y deje en cueros sus entrepiernas.

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