Ruty Strum, sus dos hijos están secuestrados en los túneles de Gaza: “Yo siento desde el primer día que están con vida y hablo con ellos”

Ruty Strum, sus dos hijos están secuestrados en los túneles de Gaza: “Yo siento desde el primer día que están con vida y hablo con ellos”

Ruty Strum es la madre de Iair, Eitan y Amos. Los dos primeros fueron secuestrados por Hamás hace ahora un año y se cree que se encuentran en los túneles de Gaza, construidos por la organización islamista a lo largo de 17 años. Iair cumplió en el cautiverio 46 años y Eitan cumplió 38. En ocasiones se refiere a ellos en sus diminutivos, “Iao”y “Eitu”.

“Crié a mis tres hijos muy unidos, están siempre el uno para el otro, son como un bloque y son mi orgullo”, dice Ruty, vestida con la camiseta con la foto de los dos chicos que no hay ni un israelí que no conozca por nombre y apellido, porque sus rostros están en paredes, vallas, farolas, bancos de todo el país, en un recordatorio constante de que fueron arrancados de sus casas y aún no han regresado.

Ruty habla despacio y claramente, suspira de vez en cuando y se refiere a sus hijos en presente. “Hasta el 7 de octubre (suspira) Eitan vive conmigo en Kfar Saba, en este momento está viviendo, yo hablo en presente, terminó un trabajo, estaba firmando desocupación y me dijo viajo a la casa de Iair”. Era festivo, y su hermano vivía en un kibutz llamado Nir Oz.

“Cuando sonó la alarma el 7 a las 6 y 29, que sonó también en Kfar Saba, no me preguntes por qué, cuando hay sirena generalmente llamo a Amos porque tengo dos nietos de él y siempre llamo allí. Esta vez no fue así, primero me fijé en el WhatsApp a ver qué pasaba con Eitan, vi que había estado conectado hasta las 5:50, vi a Iair conectado y nos escribimos”.

“Iao, ¿cómo están? ¿en el refugio?”, me dijo que sí, el refugio es el dormitorio de Iair. Eitan, “Eitu” duerme en el salón de Iair cuando va a su casa. Me dijeron que le pidieron cerrar la llave del refugio con llave, que es raro, porque en el kibutz, y en muchas casas de las ciudades también, pero en el kibtuz más, no se cierran las puertas con llave. Las casas están abiertas”

“Le pregunté, ¿cómo están? Y me dijo ‘de diez’. Y lo último que le escribí, y que no me contestó, fue: ‘Bueno, Iao, por lo menos ahora no estás solo”. Yo seguí escribiéndole cosas, sobre cuando vuelva la luz contéstame, no respondas a teléfonos con ciertos números, yo creí que era como cuando nos atacan normalmente, como siempre, nunca en la vida pensé que podrían secuestrar gente también acá. Como en la Argentina”.

Como muchísimos otros israelíes, Ruty tampoco entendió inmediatamente qué estaba pasado.

“Al principio no sabía qué pensar, hasta que vimos en la tele que estaban entrando muy adentro del país los terroristas, pero no sé cuándo me di cuenta de lo que estaba pasando realmente. Le dije a Amos que había escuchado las voces de Iau y Eitu, de verdad, estando yo en mi casa me sobresalté al oírlos. Amos me dijo, ‘vieja, por favor, te estás volviendo loca, fíjate debajo de la cama, a ver si están’. Le dije que no, no estaban debajo de la cama, lamentablemente, pero que sí están con vida. Yo siento desde el primer día que están con vida y hablo con ellos. Con el corazón y también en voz alta. A veces grito sus nombres. A veces me río. El otro día Bernardo, mi pareja, no entendió qué me pasaba. Grité sus nombres y me reí porque pienso que cuando vuelvan me van a decir que por qué les gritaba tanto”.

“Estuvimos hasta el 25 de noviembre sin saber nada de ellos. Sabíamos que estaban desaparecidos, pero el 25 supimos que estaban con vida. Fue reafirmar lo que yo sentía, que ninguno de los dos está herido. No sé si están juntos, pero sé que se vieron y cuando me dijeron que se vieron para mí fue muy importante, eso me ayuda a fortificarme y sé que para ellos es muy importante verse. No sabemos nada de cómo se los llevaron, no vimos fotos ni videos, nada”.

Tuvieron noticias en esa fecha porque el 25 de noviembre fueron intercambiados rehenes por prisioneros palestinos en el único acuerdo entre Israel y Hamás hasta ahora, y las mujeres liberadas del mismo kibutz les dieron noticias.

“Muchas mujeres de Nir Oz nos contaron que los vieron. Yo hablé con varias de ellas, me contaron muchas cosas, eran cosas importantes al principio, pero ya pasó un año, y es desastroso vivir esta situación. Yo sé que están con vida y van a volver, pero no sé cómo es su día a día. Aparentemente están todos ahora en los túneles, pero más de eso no sé.”

“Esto es un infierno, me levanto por la mañana y no puedo creer lo que estoy pasando, pero yo estoy de este lado, y ellos están allá. Los primeros días no dormía, no comía, no tomaba, pero me di cuenta de que necesito tomar un poco, comer un poco, dormir un poco para estar fuerte para cuando ellos vuelvan. Por suerte puedo dormir unas horas, y no tomo pastillas. Como, pero lo hago rápido para terminar ya, no puedo estar comiendo pensando que mis hijos no comen, es algo que me pongo en la boca, trago rápido, no quiero ni pensar, saco el plato y ya”.

“No entiendo por qué chicos tienen que pasar esto y por tanto tiempo, están las dos nenas de David Cuño que estuvieron secuestradas y ahora salieron, y tienen que esperar que el papá vuelva, están los Bibas chiquititos que están allá y todavía no los trajeron, están mis nietos que esperan a sus tíos a los que aman”.

Mientras, Ruty cosió una bandera con camisetas de los tres hermanos de cuando eran pequeños, muchas, y también incluyó la bufanda del equipo de fútbol del que toda la familia es forofa, Hapoel Beersheva, gracias a Eitan y Iair (por eso las camisetas que la familia viste con las fotos de los hermanos son rojas, como las del equipo). Colocó la tela en diferentes lugares de su casa en esta espera, la recogió, la guardó, la volvió a sacar, le puso un plástico para que no se ensuciara. La tiene a punto para cuando vuelvan.

“Cuando vengan aceptaré todo lo que ellos quieran dar, que lo entenderé todo y no voy a preguntar nada, que con el tiempo podrán hablar”.

“Cuento una tontería: decidí dejar de teñirme el pelo y se me empezaron a ver las canas. Y una asistente social de mi ciudad que me ayuda muchísimo me dijo, ‘veo que estás con canas, ¿quieres que te lleve a teñir el pelo?’ Y le dije que no, gracias, que era a propósito. Pero luego pensé que iba a ser un choque cuando mis hijos volvieran y me vieran canosa… así que me teñí ayer.”

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