Hera, la misión europea de defensa planetaria ya está en órbita

Hera, la misión europea de defensa planetaria ya está en órbita

Dos años después que DART, la misión de la [[LINK:TAG|||tag|||6322f7351e757a32c790b56d|||NASA]], demostrara que es posible colisionar con un asteroide potencialmente peligroso y desviar su trayectoria, ahora toca analizar cuánto se ha desviado, los efectos del choque y qué pasaría con cuerpos de mayor tamaño.

El año 2022 fue un hito en la historia de la exploración espacial y de la ciencia en general. Lo que películas de ciencia ficción proponían (lanzar una nave contra un asteroide capaz de aniquilar la vida en el planeta y desviar su trayectoria), demostró ser más ciencia que ficción gracias a la misión DART (Double Asteroid Redirection Test) de la NASA.

Aquel año, una nave se estrelló contra el asteroide Dimorphos, un objeto estelar de unos 160 metros, que orbita alrededor de otro asteroide (Dídimo, de casi un kilómetro de largo) y desvió su trayectoria. Ahora a la misión Hera (un trabajo conjunto de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), le toca la segunda parte. Y ha despegado rumbo a Dimorphos ayer por la tarde.

¿Cómo será la misión? Aunque el impacto cinético de DART fue un éxito, aún quedan muchas incógnitas que deberán resolverse para convertir este experimento a gran escala en una técnica bien entendida que pueda repetirse si alguna vez fuera necesario para proteger la Tierra.

Para empezar, los expertos aún no saben cómo reaccionó el asteroide en su conjunto al impacto de la nave espacial. Esta información es imprescindible para poder comprender el tamaño, la fuerza y la velocidad de una sonda que deba impactar en un asteroide de mayor tamaño. Esto requiere una medición precisa de la masa del asteroide, así como de su composición y estructura.

Además, todavía no sabemos si el impacto de DART dejó un cráter en Dimorphos o si el asteroide cambió de forma por completo, como sugieren las simulaciones de impacto y las recientes observaciones terrestres. Incluso nuestras mediciones actuales de la órbita alterada de Dimorphos están estancadas con una incertidumbre residual del 10%, lo que significa que hay una importante parte que aún se ignora y puede ser determinante de cara al futuro. De ahí la necesidad de que Hera realice una “investigación detallada del lugar del impacto” de Dimorphos.

En total, Hera lleva a bordo unos 12 instrumentos científicos, entre cámaras, termogravitómetros y radares. Todos estos instrumentos tienen como propósito proporcionar la mayor cantidad de información a las agencias espaciales y así realizar cálculos más acertados respecto a otros objetos cuya órbita pueda cruzarse con la de nuestro planeta y, por su tamaño, representen un peligro (algo que según la ESA es a partir de los 140 metros).

La misión también probará los primeros CubeSats de la ESA (satélites del tamaño de una caja de zapatos) que permanecerán conectados a su nave nodriza mediante un sistema de enlace entre satélites basado en radio y permitirán devolver datos a la Tierra y recibir órdenes, al tiempo que señala con precisión sus posiciones relativas para minimizar cualquier riesgo de colisión.

Una vez lanzada, Hera comenzará una fase de crucero de dos años. Una maniobra inicial en el espacio profundo en noviembre de 2024 será seguida por una aproximación a Marte en marzo de 2025. Una segunda maniobra en el espacio profundo en febrero de 2026 llevará a Hera rumbo al sistema de Didymos. Las distancias relativas cambian continuamente, ya que todo en el sistema solar orbita alrededor del Sol, pero el día que Hera llegue a Didymos estará a 195 millones de kilómetros de la Tierra. Si tenemos en cuenta que cuando estamos más cerca de Marte nos encontramos a “apenas” 62 millones de kilómetros, enviar una nave a un punto de unos cientos de metros y a tres veces la distancia marciana, la proeza es, también, de hito.

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