Toda una fachada para hacer apología de la muerte en Madrid

Toda una fachada para hacer apología de la muerte en Madrid

La muerte es algo cotidiano. Cada día, en promedio, mueren 73 personas, en Madrid. La gran mayoría, el 95% fallecieron por enfermedad, pero también hay bicicletas blancas que recuerdan que un ciclista fue atropellado en una esquina, el metro sufre un retraso debido a una “asistencia sanitaria” porque alguien se suicidó o una placa recuerda que alguien ahí fue asesinado hace muchos años. Entonces la muerte aparece de repente en la calle. Pero lo normal es que la muerte esté en los cementerios y los cementerios en las periferias. Pocas veces hace apología, sale de paseo y toma la fachada de un edificio del centro de Madrid. Y con ella las calaveras de barro negro y las flores de sempasúchil a los balcones como una guía de pétalos naranja que alumbra el camino hacia el más allá. La muerte es algo triste y doloroso para casi todos los mortales y es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco para los mexicanos. Si además lo decora Eugenio Caballero, ganador de un premio Óscar al mejor diseño de producción por El Laberinto del Fauno, es tentador morirse un poco para no defraudar.

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