Cualquier estadística seria constata que la inmigración no es un problema en España. Ni siquiera lo es la inmigración irregular, la que más atención mediática recibe pero que supone un porcentaje muy minoritario respecto a la regular. Pueden darse problemas puntuales como en cualquier situación de convivencia entre diferentes, pero ningún estudio riguroso eleva el fenómeno a la categoría de crisis. Lo que sí se está convirtiendo en un problema social y político es la percepción que los ciudadanos tienen del fenómeno migratorio. Esto explica que haya escalado varias posiciones entre las preocupaciones de los españoles, como muestran la última encuesta de 40dB para EL PAÍS y la SER o el barómetro del CIS.
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