La película del ataque de Hamás al festival Nova es difícil de soportar. Todo es real

RMAG news

En los primeros minutos de We Will Dance Again, si no supiéramos lo que va a pasar, podríamos disfrutar del entusiasmo de todos esos jóvenes de fiesta, unos 3.500, que se reunieron en el festival Tribe of Nova, o Supernova, que todos llaman Nova. La ubicación se supo a última hora: un montaje de carpas, cabinas y escenarios en un descampado al sur de Israel, a solo cinco kilómetros de la frontera con Gaza. Hacía un día veraniego en pleno octubre, eso es habitual por allí, y estos chicos y chicas habían dejado plantadas a sus familias en la cena del viernes, cosa seria en la sociedad judía, para llegar al festival de música electrónica y estar a tono antes del amanecer, que es cuando la fiesta entra en lo mejor. En sábado, sí, estos no seguían el descanso preceptivo. Muchos de los congregados admiten estar colocados de éxtasis o ácido, bastantes de ellos pertenecen al colectivo LGTBI, un padre sostiene en brazos a su hija adolescente, que va en silla de ruedas, para que participe del baile. El relato festivo se convertirá de repente en una película de terror: a las seis y media de la mañana empiezan a ver en el cielo un intercambio de cohetes, el dj interrumpe de inmediato el sonido y dice: “Alerta roja”. Los israelíes de zonas fronterizas ven con cierta naturalidad que esas cosas ocurran (su Cúpula de Hierro suele repeler los proyectiles), así que algunos se dan prisa en marcharse, pero otros prefieren esperar para evitar el atasco. Allí les sorprenderán los hombres de negro armados, miembros de Hamás. Era la matanza del 7 de octubre de 2023: fueron asesinados 364 asistentes al festival, más de un 10% de los que estaban, y 44 fueron secuestrados. En toda la zona, el ataque terrorista de aquel día causó 1.200 muertos y tomó a 250 rehenes.

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