Orán y el cardenal Cisneros

Orán y el cardenal Cisneros

La última obra de don Augusto Ferrer-Dalmau tiene como protagonista al cardenal Cisneros, en uno de los episodios más destacados de su vida, y de la historia de España: la conquista de Orán. La Sociedad de Condueños de Alcalá de Henares ha enriquecido su patrimonio pictórico con una obra maestra, de gran significado histórico e iconográfico.

Fue el principal hecho de armas de la campaña que el reino de Castilla desarrolló en el norte de África tras la conquista de Granada. Orán era uno de los puertos estratégicos para el dominio del Mediterráneo occidental. La orientación de su bahía, a resguardo, y un fértil territorio en retaguardia, la convirtieron en una ciudad estratégica. Lanzando al otro lado del mar su influencia, Fernando el Católico quería evitar la constante inseguridad que los corsarios norteafricanos provocaban en las costas levantinas.

Hubo otra razón para aquella campaña. La continuación de la cruzada contra los musulmanes perseguía la liberación de los Santos Lugares. La Iglesia colaboraba en aquella tarea cediendo a los reyes la recaudación de impuestos. Y dar el salto a África, con el despliegue terrestre de un ejército, permitió reunir una gran suma.

Cisneros, celoso administrador de los bienes de la Iglesia, insistió en capitanear aquella empresa. Cumplidos los setenta años, embarcó en mayo de 1509 en Cartagena, habiéndose asegurado de que el producto de la conquista quedaría vinculado al arzobispado de Toledo. No se equivocaba, en Orán rigió la mitra toledana hasta 1792.

Al frente de las fuerzas castellanas se designó a Pedro Navarro como comandante, un personaje histórico clave, que protagonizó una novedosa operación de desembarco, que situó la artillería en el lugar determinante de la batalla. La rapidez de la operación permitió que al anochecer del primer día, la victoria quedara del lado castellano.

La tradición histórica ha transmitido que la conquista de Orán estuvo llena de hechos sobrenaturales: la presencia personal de fray Francisco, la visión de una cruz en el cielo días antes de embarcar (que bordaron en una de las banderas de combate) y el milagro del sol (parado a ruego del cardenal para garantizar el desembarco). Los pintores, con Juan de Borgoña a la cabeza en la Capilla Mozárabe de la Catedral de Toledo, se encargaron de inmortalizar aquella conquista. La obra de Ferrer-Dalmau se suma a ello de forma magistral.

José Manuel Marchal Martínez

es historiador

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