La política de vivienda, al igual que cualquier otra política pública, requiere para ser efectiva y creíble tres fundamentos imprescindibles: conocimiento profundo de las necesidades, cosa que presupone análisis rigurosos; voluntad firme de implicación directa de la Administración, que se traduce en recursos públicos; humildad y realismo en las propuestas, que se materializa en concertación y pacto con los diversos actores que entran en juego.
Seguir leyendo