Más esperanzas para la artritis reumatoide con un diagnóstico precoz y tratamiento individualizado

Más esperanzas para la artritis reumatoide con un diagnóstico precoz y tratamiento individualizado

Hablar de artritis reumatoide implica, para muchos, pensar en una enfermedad propia de personas mayores. Craso error, ya que se trata de una patología reumática crónica de naturaleza autoinmune caracterizada por la inflamación de las articulaciones que puede afectar a cualquier persona. Y a cualquier edad. De hecho, «el debut medio de la enfermedad suele ser en torno a los 45 años, aunque también vemos pacientes muy por debajo, como en el caso de la artritis reumatoide juvenil, o muy por encima, en la denominada artritis reumatoide del anciano. Sin embargo, el gran grueso de afectados es el de personas jóvenes, en edad laboral, plenamente activos y con familia a su cargo», advierte el doctor Marcos Paulino, presidente de la Sociedad Española de Reumatología (SER).

Para muestra, un botón. Laly Alcaide, actual directora de la Coordinadora Nacional de Artritis (ConArtritis), lleva más de tres décadas conviviendo con artritis reumatoide. El diagnóstico le llegó con apenas 21 años, después de un largo peregrinaje de consulta en consulta hasta obtener una respuesta a su dolor constante, a la rigidez de sus articulaciones y a una sensación de cansancio con la que aprendió a vivir. «Tener un diagnóstico es un alivio, sobre todo cuando te dicen que es una enfermedad conocida y sobre la que hay muchos avances. En estos 30 años he visto una gran revolución que resulta muy esperanzadora, porque es duro lidiar con la incertidumbre, además de que hay que ser capaz de asimilar que hablamos de una enfermedad crónica con sus altos y bajos».

Su caso no es excepcional. Todo lo contrario. Las cifras revelan que se trata de una enfermedad cada vez más prevalente, pues se estima que aproximadamente 300.000 personas sufren artritis reumatoide en España, según datos del estudio Episer de la SER. Y va a más, ya que cada año se diagnostican unos 20.000 nuevos casos. «La tendencia que vemos en la secuencia de los últimos años es la de un ligero aumento, quizá porque cada vez hay mayor información al respecto y se le da más visibilidad a esta enfermedad, lo que hace consultar más, así como una mejor formación de los profesionales de atención primaria, cada vez más capacitados para detectar el problema y derivar al especialista lo antes posible», asegura el doctor Paulino.

Esa atención precoz resulta esencial. «En ocasiones se tarda en consultar con un médico porque siempre intentas encontrar una excusa que justifique la aparición de esos dolores o de ese agotamiento, pero resulta muy importante no dejarlo pasar. Ponerse en manos de un especialista pronto es fundamental para lograr un buen pronóstico», aconseja Alcaide. Y así lo ratifica el doctor Paulino, quien asegura que «el diagnóstico precoz mejora muchísimo la evolución de la enfermedad. Si se llega de forma tardía y sin un adecuado control, la inflamación que provoca la artritis reumatoide destruye las articulaciones y produce una enorme limitación funcional».

Ventana terapéutica

En concreto, tal y como detalla el presidente de la SER, «se ha demostrado que existe una ventana terapéutica al comienzo de la enfermedad. Se trata de un periodo inicial en el que, si se opta por un tratamiento vigoroso, logramos que la patología sea más benigna y, por tanto, que se reduzca mucho la probabilidad del riesgo de secuelas o complicaciones a medio y largo plazo. De hecho, este tipo de pacientes incluso tiene grandes posibilidades de entrar en remisión, lo que significa adormecer la enfermedad. Todo esto impacta de lleno en la calidad de vida del paciente, por lo que ese abordaje temprano cambia el panorama de una forma considerable».

Además de esa esperanzadora ventana terapéutica, actuar incluso antes de que la enfermedad dé la cara también aporta grandes ventajas: «Recientes investigaciones apuntan a que el empleo de determinadas moléculas en la fase de preartritis pueden llegar a frenar el desarrollo de esta patología. Es algo que se está investigando, pero sin duda confirma que, cuanto antes se actúe, mejores resultados se obtienen», insiste el presidente de la SER.

Reducir el riesgo de posibles complicaciones y aminorar los síntomas no resulta baladí, sobre todo cuando se trata de pacientes diagnosticados a edades tempranas. «Son personas que, de no tratarse correctamente, conviven con cuadros de dolor, inflamación, mala calidad del sueño nocturno, cansancio, fatiga extrema… Todo eso les obliga a coger bajas laborales y a limitar su ritmo de vida social, lo que tiene un fuerte impacto psicológico», asegura el doctor Paulino. Y así lo reconoce Alcaide, quien confiesa que «hay pacientes que renuncian a su profesión. Un tercio de los pacientes con artritis reumatoide deja de trabajar a los dos años de la aparición de la enfermedad. Por eso reclamamos mayor flexibilidad laboral para los pacientes. La incomprensión por parte de los demás es difícil de gestionar, porque puedes encontrarte muy bien y que, de repente, aparezcan brotes de dolor y de rigidez. Por esta razón también resulta muy importante contar con apoyo psicológico, aunque desgraciadamente no se suele tener en cuenta en la sanidad pública y es una labor que queda en manos de las asociaciones de pacientes, donde te sientes comprendido y donde se informa y apoya también a los familiares y al entorno».

Lidiar con los brotes

Una de las características típicas de la artritis reumatoide es la aparición de brotes. «Al tratarse de una enfermedad autoinmune, cuando el sistema inmunológico se altera por factores genéticos, hormonales o incluso emocionales, pueden aparecer brotes que generan dolor e inflamación. En los casos más agresivos estos episodios llegan a provocar lesiones en las articulaciones y en los huesos que se van acumulando, deteriorándolos poco a poco», explica el doctor Paulino, quien detalla que, aunque todos los pacientes pueden tenerlos en algún momento, «son habituales en siete de cada diez afectados, pues se estima que entre el 10-15% es capaz de entrar en remisión, mientras que otro 10-15% de los pacientes son refractarios y no mejoran con los tratamientos propuestos, lo que nos obliga a seguir probando nuevas fórmulas. Por suerte, el actual arsenal terapéutico es tan amplio que es posible probar diferentes alternativas y la buena noticia es que los tratamientos actuales permiten que la mayoría de los pacientes tengan una buena calidad de vida, con una actividad laboral, social y familiar plena».

Y es que las enfermedades reumáticas provocan inflamación en las articulaciones. Pero no solo eso. De hecho, la artritis reumatoide es una patología multisistémica que, de no tratarse, puede llegar a ser muy agresiva para todo el organismo. «Si no se controla la inflamación, esta provoca impacto en otros órganos internos como el corazón, el pulmón o el riñón. Esto puede traducirse en serios problemas de salud, como la aparición de pericarditis, daño de los nervios periféricos, vasculitis o inflamación ocular, entre otros», advierte el doctor Paulino. Afortunadamente «este riesgo se reduce muchísimo cuando la inflamación está controlada con un tratamiento efectivo, de ahí que mantenerlo y hacer un seguimiento estricto sea fundamental para evitar estos inconvenientes», añade.

En este escenario, una de las grandes revoluciones que ha cambiado el abordaje de la artritis en los últimos años es la apuesta por la medicina individualizada. «Esto significa que se estudia a cada paciente atendiendo a unos biomarcadores predictores de la afectación y de la respuesta a determinados tratamientos. Eso nos ayuda a decidir cómo actuar y qué tipo de tratamiento emplear según los protocolos y las guías actuales. El objetivo final siempre es buscar la mejor calidad de vida para los pacientes, porque se puede vivir bien con artritis», confirma el doctor Paulino.

Para lograr esos buenos resultados resulta crucial cumplir con la adherencia al tratamiento y mantener la vigilancia activa de los especialistas. «Algunas personas empiezan a encontrarse bien y caen en el error de abandonar el tratamiento o de no acudir a sus revisiones periódicas, lo que pone en riesgo la eficacia», advierte Alcaide. Por ello, médicos, pacientes e investigadores trabajan al unísono para cercar la artritis. Y van por el buen camino.

Los retos pendientes

Son numerosos los avances que se han logrado en la última década para mejorar el pronóstico de los pacientes con artritis reumatoide, que cada 12 de octubre celebra su Día Mundial. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. En el plano asistencial, la directora de la Coordinadora Nacional de Artritis (ConArtritis), Laly Alcaide, echa en falta «ayudas para convivir con la enfermedad, pues en ocasiones tenemos que recurrir a psicólogos, fisioterapeutas, rehabilitadores o terapeutas ocupacionales de forma privada, además de sufrir dificultades laborales», lamenta. Por su parte, desde el punto de vista médico, el doctor Marcos Paulino pone el foco en la «necesidad de mejorar la equidad de los fármacos y de los nuevos tratamientos para todos los pacientes, sin importar dónde vivan; sin olvidar que es urgente redistribuir mejor el capital humano, porque hay una preocupante falta de especialistas que se acrecentará en los próximos años», advierte el doctor Paulino.

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