Así son los mejores collares de los joyeros de las reinas europeas

Así son los mejores collares de los joyeros de las reinas europeas

La Reina Victoria Eugenia fue conocida por su pasión por las joyas. La esposa de Alfonso XIII llegó a atesorar una de las colecciones más espectaculares de su tiempo. Algunas de esas piezas se conservan todavía en la Familia Real, como es la tiara de Ansorena. Otras se repartieron entre sus hijas y algunas se tuvieron que vender para costear una vida en el exilio. De aquellos tesoros, había uno que a Ena, como era conocida familiarmente, le resultaba muy querido: su collar de chatones.

Se trataba de una pieza que se incorporó al joyero real como regalo de bodas de su marido. Inicialmente constaba de 30 diamantes de talla redonda que se sucedían de manera gradual. La encargada de realizarlo fue la joyería madrileña ya citada, que diseñó el collar con un engaste ruso. La pieza se incrementaba cada cierto tiempo, ya que Alfonso XIII tomó la costumbre de regalarle dos diamantes con motivo de alguna fecha especial. De esta manera, aquel «rivière» inicial se convirtió en una de las joyas más espectaculares de toda Europa y uno de los collares de diamantes más importantes del continente.

Tal era la pasión que levantaba esa pieza en la reina que cuenta la leyenda que pedía a sus doncellas que se lo acercaran a la cama. Allí, tumbada, se dedicaba a contemplarlo entre sus manos y deleitarse con el brillo de los diamantes.

Este diseño es uno de los más populares entre las cortes europeas. Todas las Casas Reales cuentan con al menos una de estas piezas, que se suelen reservar para las ocasiones más especiales. Esta semana, de hecho, Mary de Dinamarca estrenó su «rivière» de diamante. Es, de hecho, el diseño más antiguo de los que podemos contemplar en los cuellos de las reinas europeas.

Data del siglo XVIII y llegó a la corona a través de la herencia de la Reina Lovisa, que lo heredó de Anna de Orange. Gran parte de las joyas de la Casa Real danesa provienen de esta monarca, que incorporó también la tiara Pearl Poire. El diseño consta de 31 diamantes solitarios y conserva a día de hoy su estructura original, aunque perdió un colgante que tenía, con un gran diamante, que se transformó en un anillo.

“Este diseño de collar es uno de los más clásicos de los joyeros”, reconoce el maestro joyero e investigador, Pablo Milstein. “Hay que tener en cuenta que la talla brillante es la más antigua, además de la más económica porque es la que menos materia desperdici”. Según el experto, el tamaño de las piedras no indica su valor, ya que también hay que tener en cuenta la calidad de los diamantes, por lo que solo se podrían valorar observándolas al microsopio.

En el caso de Mary Donaldson, Milstein reconoce que cuenta con “un collar imponente”, aunque también reivindica el de la familia real española: “La casa real posee un magnífico collar de chatones que tiene su origen en la reina Victoria Eugenia. Ella vivió cuando se llevaban largos y el suyo, además, era desmontable”. Además, hay que tener en cuenta el engaste de este, realizado a la rusa, que permite que las piedras luzcan en todo su esplendor.

Recuerda Milstein, por otra parte, que otra mujer que pudo poseer un diseño espectacular fue la reina María del Reino Unido: “Contaba en su joyero con más de doscientos diamantes sueltos con los que podía alargar los once collares de diamantes que llegó a tener”.

[[H2:No hay reina sin «rivière»]]

Las herencias y la popularidad que tuvo este diseño hacen que en muchas Casa Reales se tengan incluso más de un «rivière» de diamantes. Es el caso de los Países Bajos, aunque aquí optaron por transformar uno de ellos (el más espectacular, creado para la reina Emma en 1879) en «bandeau», convertido en una de las diademas favoritas de la familia. El otro, que conserva la forma de collar, tiene su origen también en el siglo XIX. La reina Máxima, también aficionada a esta joya, lo luce con un espectacular colgante de su colección formado por un citrino rodeado de diamantes.

La opción de transformar el collar en una tiara es algo que siempre se ha comentado que podría hacer Doña Letizia con uno de los dos collares que se creen que posee, y es que, aquel famoso y largo «sautoir» de Victoria Eugenia con el tiempo se trasformó en dos piezas.

En el testamento de la reina el «más largo» se incluía dentro de las conocidas como «joyas de pasar», mientras que el corto, con 27 diamantes, fue heredado por su hijo Don Jaime, que lo subastó en 1977. En 1982 fue adquirido por alguien cercano a la Casa Real y así regresó de nuevo al joyero de los monarcas españoles. Doña Sofía fue vista varias veces con el diseño largo y a Doña Letizia solo se le ha visto con uno más corto, que escogió para la entronización del emperador japonés, Naruhito, y para la recepción en el Palacio Real al presidente italiano, Sergio Mattarella, en 2021.

Este último podría ser el que heredó Don Jaime, pero es cierto que la reina lo ha lucido junto con una pulsera de diamantes que bien podrían salir del collar largo.

María Teresa de Luxemburgo, por su parte, sigue la tradición de la Casa Nassau y acostumbra a lucir sus dos «rivière» de diamantes conjuntamente, creando así un efecto espectacular que recuerda que la Casa Ducal cuenta también con una colección de joyas excepcional. El más pequeño cuenta con 35 diamantes, mientras que el más largo llega hasta los 45. Las piedras de este último, que van montadas en oro y plata, se sabe que proceden de un inventario de 1859, por lo que son piezas históricas para la familia.

Y si hablamos de piezas históricas, no podemos olvidarnos, claro está, de la monarquía británica. La estabilidad que ha tenido el país a nivel político consiguió que la Familia Real nunca tuviera que exiliarse, de ahí que posean una de las colecciones más abundantes y con piezas más antiguas que se conservan en los joyeros de los palacios europeos.

De hecho, la Reina Camilla tiene al menos cuatro «rivière» para su uso personal. El más especial es el conocido como «collar de la Coronación» y es el que lució, por ejemplo, el día de la coronación de Carlos III. Es un diseño creado en 1858 para la Reina Victoria y consta de 26 importantes diamantes del que pende otro más. Lo vimos también en la coronación de la Reina Isabel II, lo que demuestra lo especial de este diseño para los Windsor.

Pero si no tuviera suficiente con ese, cuenta, además, con el que la City de Londres le regaló a la Reina Alejandra con motivo de su boda, un diseño con 32 diamantes y los que incorporó la Reina madre Isabel Bowles-Lyon. El día de la coronación de su marido, Jorge VI, en 1936, recibió por parte del monarca otro «rivière» que se sumó al que ya le había regalado un tiempo antes, conocido como el collar de la duquesa de York. De hecho, en los años 40 y 50 no era raro verla lucir los tres collares juntos, creando un espectáculo de brillos digno de la emperatriz de la India.

Opulencia en los Nobel

La reina Silvia de Suecia, por su parte, cuenta también con un nutrido conjunto, formado por un «rivière» similar al que hemos visto y otros juegos con diamantes más pequeños, que pertenecen a la fundación familiar. El primero, por ejemplo, fue el que eligió para la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura a Camilo José Cela en 1989.

Frente a estas reinas, poco puede hacer Sonia de Noruega, que cuenta con un diseño bastante más discretos que sus otras «colegas». Podría plantearse, eso sí, la adquisición de uno para incorporarlo a las joyas de la corona, pero lo cierto es que tendría que desembolsar una cantidad escandalosa de dinero.

Para que nos podamos hacer una idea de lo que puede costar el «collar de las reinas», un diseño similar, con 26 diamantes, que perteneció a la reina Olga de Yugoslavia, fue subastado en 2006 en la casa Christie’s de Ginebra y su precio superó el millón de euros, lo que convierte a estas piezas en verdaderos tesoros. En el caso de las joyas que hemos hablado, además, habría que añadirle lo significativo de la persona que lo lució, por lo que la cantidad a desembolsar se multiplicaría exponencialmente. Lo dicho, un collar de reina.

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