Starmer corteja a los inversores internacionales con la promesa de menos regulación

Starmer corteja a los inversores internacionales con la promesa de menos regulación

Cualquier admirador del Reino Unido sabe de la pasión que muchos británicos tienen con sus trenes, fundamentales en el impulso y desarrollo histórico de la revolución industrial. Por eso resulta inexplicable para el profano que la alta velocidad, a diferencia de otros países europeos, sea casi inexistente en la isla. Basta una cifra para entender este misterio: cada kilómetro del proyecto HS2 (High Speed Rail 2) que conectó Londres con Birmingham costó 212 millones de euros, frente a los 119 millones que ha costado, por ejemplo, el trazado Lyon-Turín que han emprendido los gobiernos francés e italiano.

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