El PSOE se ha levantado este lunes, jornada de resaca de la masiva manifestación por la vivienda del domingo, con una idea entre ceja y ceja: evitar que ese malestar se le vuelva en contra. Diversas voces socialistas, desde Pedro Sánchez para abajo, han expresado sintonía con quienes protestaron –pese a que hubo críticas al Ejecutivo y hasta peticiones de dimisión de la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez–, han reivindicado las medidas tomadas, anunciado otras nuevas y atacado al PP. Todo con el objetivo de “evitar una asignación directa de culpa al Gobierno”, señala una fuente de Ferraz. Pero el PSOE se ha topado un problema: Sumar, su socio en el Ejecutivo, está siguiendo un guion distinto, en parte opuesto, que se puede resumir así: el PSOE no ha entendido el grito de la calle y así lo demuestra su propia reacción a la protesta.
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