El mejor deportista español de la historia

El mejor deportista español de la historia

Durante la última semana, los periódicos españoles impresos, hablados, audiovisuales y digitales han dedicado, salvo alguna rara excepción, sus mejores espacios a glosar la gloria de Rafael Nadal. Son muy pocas las figuras nacionales que en los últimos cien años han conseguido esa práctica unanimidad en el reconocimiento y el elogio.

«No sé –escribí en La Razón hace 20 años, el 6 de diciembre de 2004, tras ver jugar a Nadal– si mantendrá este juego fulgurante, pero, si es así, conseguirá vencer en los torneos de Grand Slam. Santana jugaba de otra manera, con menos potencia y más versatilidad, pero Nadal no le va a la zaga en calidad de juego, en instinto matador, en genio de campeón. Puede ser sólo una estrella fugaz. Pero es una estrella y ojalá se consolide en el firmamento de este deporte galáctico».

En 2008, Rafael Nadal venció a Federer, el inmenso jugador suizo, por 6-1, 6-3 y 6-0 en la final de Roland Garros. Manuel Adrio, inolvidable periodista especializado en tenis, ironizó: «Muy bien por Federer, que consiguió hacerle cuatro juegos a Nadal». Unas semanas después, en la final de Wimbledon, en el mejor partido que recuerda la historia del tenis mundial, Nadal derrotó de nuevo a Federer. Además, se alzó con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín.

En el año 2010, escribí en El Mundo: «Rafael Nadal es el mejor deportista español de todos los tiempos por delante de Indurain, Ballesteros, Ricardo Zamora, Santana, Cacho, Gasol, Casillas, Iniesta, Zarra, Gaínza, Raúl, Arancha Sánchez Vicario, Bahamontes, Carrasco, Uzcudun, Márquez, Alonso…». Me ha producido especial satisfacción profesional comprobar que esa expresión, «el mejor deportista español de todos los tiempos», se ha generalizado. Nada más justo. Mantuve con Santana una larga y sólida amistad, pero apenas conozco personalmente a Nadal. Cuando recibió el Premio Príncipe de Asturias tuve ocasión de conversar con él en Oviedo. Y recuerdo la admiración que me produjo su sencillez, su falta de presunción, su simpatía y su clara inteligencia.

Nadal, siempre al lado de los desfavorecidos, siempre solidario, siempre moderado y ecuánime, está como ser humano por encima incluso del tenista de leyenda. Es un fenómeno sociológico. Ocupa lugar preferente entre los españoles más influyentes del siglo XXI. Me llena de satisfacción su carrera inconmensurable y el éxito que le acompaña en todo lo que hace, incluso en la hora triste de su retirada.

Luis María Anson, de la Real Academia Española.

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