Agitación y diplomacia bananera como cortina de humo

Agitación y diplomacia bananera como cortina de humo

Si un milagro o un arrebato de dignidad por parte de algunos diputados socialistas no lo remedian, la ley de amnistía verá hoy definitivamente la luz en el Congreso de los Diputados. Como la fecha de aprobación de tamaña infamia perjudica sus intereses electorales, al producirse a escasos días de los comicios europeos, el PSOE se ha cuidado muy mucho de envolverla con una buena dosis de agitación y propaganda. En este contexto hay que enmarcar el abuso durante las últimas semanas de la conocida como diplomacia bananera, que no es otra que la utilizada por el ministro del Exteriores, José Manuel Albares, para encubrir con falsos enemigos externos las vergüenzas internas del país, y cuya paternidad puede otorgarse a cualquier autócrata a lo largo de la historia, siendo maestros consumados de su ejecución Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, y Fidel Castro en Cuba. Los tres muy admirados por integrantes del Gobierno, por cierto.

Desde este punto de vista, la irrupción de Javier Milei y la respuesta de Israel al secuestro y asesinato a sangre fría de decenas de ciudadanos por parte de los terroristas de Hamás les han venido de perlas a Pedro Sánchez y a otros adeptos como el ministro. Al primero se le equipara con el fascismo y se le mete en el mismo saco que al PP y a Vox, pese a haber sido elegido de forma democrática por una población hastiada de ver a su país en la ruina mientras sus gobernantes prodigaban dádivas y subvenciones para obtener votos.

En el segundo caso se pregona la tesis del genocidio a los cuatro vientos –esos mares y esos ríos– y se trata de hacer creer que también PP y Vox son meras comparsas del sionismo en su masacre de inocentes. De la matanza de la población de Ucrania y de retirar a nuestra delegación de Rusia, ni palabra, claro, porque al Gobierno socialcomunista unos muertos parecen merecerle más estima que otros.

En el plano interno las claves para desviar el tiro de la amnistía se encuentran en el argumentario repartido entre ministros y cargos del partido. Asfixiado por una debilidad sin parangón frente a sus socios que le impide aprobar otras normativas, los socialistas han optado por culpabilizar al PP por no prestar el pretendido respaldo, cuando en realidad la causa de que no vean la luz ni la ley que regula el proxenetismo ni la ley del suelo radica en las divergencias con Junts, PNV, Batasuna, ERC, Podemos, Sumar o todos ellos. El día que esta última norma no llegó ni siquiera a presentarse por falta evidente de apoyos desde su origen, pudo verse a numerosos ministros y dirigentes difundiendo la especie de que era el PP poco menos que el causante por no arrimar el hombro, el mismo mensaje, si lo recuerdan, que se lanzaba durante la pandemia de covid.

El tercer recurso de Sánchez para tratar de difuminar con un tupido velo sobre el escándalo del perdón a los independentistas es el de la agitación. Los dos maestros consumados de este arte dentro del Gobierno son Óscar Puente y Mónica García. Los exabruptos del primero y la mentira mil veces repetida de la privatización sanitaria por parte de la segunda buscan eso, desviar la atención, dirigir las miras hacia otras latitudes. Agitación y propaganda en estado puro.