Agosto se emborracha de septiembre

Agosto se emborracha de septiembre

Artur C. Clarke (1917-2008), escritor y científico británico, conocido por obra divulgativa y por sus novelas de ciencia ficción, entre ellas «2001, una odisea del espacio», afirmaba que «la única manera de conocer los límites es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible». Pedro Sánchez, consciente o no, sería uno de los más fieles seguidores. Su trayectoria política, incluso antes de ser presidente del Gobierno, ha sido y es un desafío permanente de todos los límites, camino de lo que en teoría era imposible.

Ahora, cuando agosto se emborracha de septiembre, con «el mar ahogado en la arena», según el majestuoso endecasílabo de Lorca (1898-1936), en «son de negros en Cuba», el inquilino de la Moncloa inicia otro curso político y económico en el que tendrá que lidiar, otra vez, con lo que haya más allá de los límites.

Lo imposible es la puesta en práctica constitucional –y quizá económica– del pacto con los «indepes» de ERC, de Rovira, Junqueras y Rufián –muy callado por cierto–que ha colocado a Salvador Illa en la presidencia de la Generalitat. También ahora, tras las vacaciones, también parece algo más que improbable que salgan adelante los Presupuestos Generales del Estado para 2025. Sería el segundo año consecutivo.

La volcánica «vice» primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, por si acaso, ya ha dado las instrucciones necesarias para ajustar lo que haya que cuadrar ante la eventualidad de otra prórroga presupuestaria. No es lo ideal, ni mucho menos, pero en términos económicos tampoco sería un desastre porque impediría aumentos desbocados del gasto. La única opción, que en estos momentos parece descartada, aunque nunca se sabe, es que Carles Puigdemont ordene a los siete diputados de Junts que apoyen el proyecto de Presupuestos que debería presentar el Gobierno antes del 1 de octubre.

Es otro de esos límites más allá de los que no le importa aventurarse a Sánchez, consciente, en este caso, de que tendría que volver a hacer concesiones, económicas y políticas, enormes. No solo a Junts, sino también a otros grupos políticos, entre ellos al PNV de Andoni Ortúzar y Aitor Esteban, doctorados cum laude en este tipo de negociaciones.

[[QUOTE:PULL|||”El «milagro económico» español del que presume Sánchez se desvanece cuando se comprueba que casi todo se debe al aumento de la población”]]

El presidente, que no se arruga ante las dificultades, sabe que si logra aprobar estos Presupuestos –cuesten lo que cuesten, eso no le importa– tendría, entonces sí, garantizado terminar la legislatura allá por 2027 o antes, si la demoscopia y su olfato se lo aconsejan. Eso no significa, sin embargo, que si fracasa o con los Presupuestos no pueda estirar la legislatura hasta el final, aunque tendría más dificultades.

El mayor desafío que encara Sánchez, más allá de cualquier límite, es poner en marcha el pacto con los «indepes» que supondría conceder la soberanía fiscal a Cataluña, en la práctica una semiindependencia. Todo debería pasar por el Congreso de los Diputados, incluida la reforma de la actual Ley de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA), que quedaría en papel mojado. Otra vez harían falta los siete votos del Junts, pero también de otros aliados del Gobierno y no está claro que los entreguen, sin olvidar el cisma interno que podría provocar en algunas de las Comunidades Autónomas gobernadas por el PSOE, es decir, Castilla la Mancha, Asturias y Navarra.

Cuando agosto se emborracha de septiembre, la deuda pública española supera los 1,6 billones –con «b» de burrada– de euros y sólo en el mes de julio –son los últimos datos disponibles– creció más de 800 millones al día. De esa deuda, 1,4 billones, más o menos, corresponde al Estado y el resto a Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. Si se aplicara la misma regla que reclaman «indepes» y no «indepes» para la inversión en Cataluña, el Principado tendría que asumir unos 252.000 millones, a los que habría que añadir los 87.000 que debe directamente. En total, casi 340.000 millones de los que nadie ha hablado en el pacto PSOE –no PSC– y ERC.

«Indepes» y menos «indepes» defienden que se apunten en la barra de hielo, es decir, que los paguen el resto de los españoles, pero no parece viable. El inquilino de la Moncloa, en la rentrée, volverá a presumir del crecimiento económico español, el mayor según él de la zona euro.

Rafael Domenech, de BBVA Research ha sido el último experto en poner sordina a ese asunto. El supuesto «milagro español» contempla, desde finales de 2019, un alza del PIB del 4,7%, frente a un 3,9% de la eurozona, pero como la población española ha crecido un 3%, la subida del PIB se quedaría en el 1,7%, sin olvidar que el consumo privado sigue por debajo del de antes de la pandemia. Y es que quizá la aventura de Sánchez más allá de los límites conduzca a la ciencia ficción de Clarke.

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