Alexsinos, el no influencer: “No hago viajes gratis y conservo mi trabajo de siempre”

Alexsinos, el no influencer: “No hago viajes gratis y conservo mi trabajo de siempre”

Tiene en Instagram más de 250.000 seguidores, una “comunidad de hermanas” con las que Alexsinos comparte en clave de humor todo tipo de referencias de la cultura popular. Las mismas que ahora plasma en su libro, “Recordar el ayer”, que llegó a las librerías de la mano de Planeta este 9 de octubre. “Estoy muy nervioso porque es la primera vez que sale un libro mío. Esta mañana me ha llamado mi madre a las 8 de la mañana y me ha dicho que disfrute de este día porque a lo mejor no pasa nunca más, así que estoy muy nervioso pero disfrutando el momento”, explica Álex, el hombre que se oculta tras la máscara, a LA RAZÓN.

Compara la salida de su libro con un parto, aunque su escritura le ha llevado menos de 9 meses. “Han sido cinco y medio”, de los que buena parte del tiempo ha invertido en documentación: “He visto las entrevistas de Belén Esteban más veces que ella”.

A lo largo del libro, el (no) influencer navega en los momentos más destacados, a nivel televisivo, musical, social, de tendencias…, de aquellos años que construyeron a los millennials y que también han marcado en cierta forma a los Z.

-¿Ha tenido el síndrome de la página en blanco?

Por el tipo de libro que es, ha sido más al revés. Tenía demasiadas cosas que comentar y he tenido que sopesar qué sí meto y qué no. Ha habido años que han pasado muchas cosas. Me encanta el mundo del salseo, la moda, la televisión… Tenía mucho que contar a Word, ¡me faltaban páginas! Cuando entregué el libro me dijeron en la editorial que había escrito mucho.

-¿Es verdad que cualquier tiempo pasado fue mejor?

Cualquier tiempo pasado fue bueno, el actual es bueno y el que viene será muy bueno. No estoy nada de acuerdo cuando le dices a un padre que escuchas a Bad Gyal y te dice que en su época se hacía mejor música. Cada época tiene sus cosas y a día de hoy se hacen cosas brillantes, igual que se hicieron en los 2000, los 90, los 80 o los 70. No se puede vivir anclado en tiempos pasados, pero es interesante e inteligente coger lo mejor de cada época. No hay más que ver la moda, que la gente viste ahora como yo lo hacía en el 2000.

-De todos los momentos que repasa en el libro, ¿alguno que a usted le marcara especialmente?

El estreno de “Gran Hermano” creo que fue un momento que marcó mucho al país a nivel de consumo de televisión. Se desbanalizó un tipo de televisión. Al principio nos parecía hasta pornográfico ver a gente en pijama en una casa, y fíjate ahora todo lo que hemos evolucionado en realities y todos los que tenemos ahora. Creo que “Gran Hermano” nos ha marcado a todos de alguna forma, y a día de hoy sigue igual de vivo. De hecho ayer estuve viendo esta edición de “Gran Hermano” hasta la madrugada.

-¿Y qué balance hace de la televisión actual? ¿Se ha perdido mucho con el adiós de “Sálvame”?

La llegada de “Sálvame” fue un cambio de paradigma en el entretenimiento televisivo. Los colaboradores se convirtieron en personajes. Yo creo que hubo una época en la que los famosos de siempre se sintieron huérfanos porque se hablaba más de Kiko Matamoros o Lydia Lozano que de ellos. Es verdad que desde que terminó ese espacio se ha quedado sin cubrir, y siento que estamos volviendo a una tele que yo recuerdo de hace como 15 o 20 años, que el salseo se veía desde una perspectiva más blanca y clásica. Se añora mucho ese “mood” de “Sálvame”.

-¿Por qué ninguna gran cadena apuesta por recuperar el formato?

Ha marcado tanto y está tan asociado a una época y a una cadena, que entiendo que otras cadenas entiendan que no va con su imagen de marca. Sin embargo, Televisión Española está empezando a tocar algunos personajes. Lydia Lozano es colaboradora, se rumorea que María Patiño y Belén Esteban están en algún proyecto… La marca “Sálvame” es tan fuerte que aunque se intente hundir, siempre hay brotes. La base de todo es el equipo y que los personajes son oro. Por ejemplo, Belén Esteban ha pasado de ser un personaje de la prensa rosa a ser icónica de la cultura popular. Ahora es un personaje muy querido por mucha gente de diferentes extractos sociales, y que no necesita que hable de nada de su historia pasada. Por sí misma interesa.

-¿Y usted? Tiene más de 200.000 seguidores en Instagram. ¿Se considera influencer?

No. En la primera página del libro me presento como creador de contenidos, pero es una trampa. Lo decimos para no decir la palabra influencer, porque se ha estigmatizado mucho y se ve como una persona que solo va de hoteles gratis y no da un palo al agua. Yo no soy influencer porque ni hago viajes gratis y encima mantengo mi trabajo de siempre. Soy creador de contenido en el sentido más literal. Alguna vez voy a eventos y hago campañas de publicidad, y ahí puede estar la línea, pero a nadie nos gusta que nos llamen influencer.

-No mostrar su rostro puede ser una delimitación muy clara.

Lo de ocultar mi identidad no fue algo meditado. Mi perfil empezó con un emoji y tras crecer en la pandemia pensé que era mejor quedarme así. Me sirve para alejarme del mundo influencer. Me gusta bajar al Mercadona a comprar humus y que nadie me conozca. Soy feliz en la discoteca tomando mis copas y arrastrándome por los suelos sin que nadie me conozca. También tiene su lado malo, porque hay cosas muy chulas a las que yo no puedo acceder, pero me siento muy orgulloso y contento de haberme mantenido anónimo.

-¿Cómo es la transformación de Álex a Alexsinos?

Hay como una disociación. Yo voy al trabajo en metro, estoy en reuniones, me peleo con los jefes… Lo típico. Pero un día de repente digo que tengo que salir antes porque a lo mejor tengo un evento, me pongo el traje y la máscara y de repente la gente empieza a pedirme fotos. Es un salto muy grande, pero momentáneo, porque intento no ir a muchos eventos.

-¿Sus próximos pasos?

Quiero volver con el podcast de “El Guacal”, pero lo que está por venir no lo sé. Si hace un año y medio me preguntas si tenía pensado escribir un libro te habría dicho que no, y mira. Lo que sí te puedo decir es que no iría a la tele a formar parte de un reality. Ni de coña me veo, porque no estoy preparado para recibir una crítica bestial en redes. No descartaría si tuviera una sección en un programa o algo así, pero me motiva más ver la vida a través de los demás que a través de la mía. Además, la mía no tiene mucho interés.

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