¿Alguien cree las promesas de Sánchez?

¿Alguien cree las promesas de Sánchez?

El presidente del Gobierno afronta un auténtico calvario judicial para el que intenta establecer cortafuegos. A estas alturas ya no le funcionan las teorías conspirativas y el recurso fácil a la fachosfera o la ultraderecha. Las noticias se abren paso por su sordidez y contundencia. Estos días escuchamos y leemos cómo la izquierda mediática pide más información, aunque preservan, como era previsible, a Sánchez que es algo que nunca han hecho cuando afecta al PP que es culpable mientras no demuestre lo contrario. Las mentiras son una práctica habitual del socialismo desde la Transición hasta nuestros días. No solo en el terreno de los incumplimientos políticos, sino cuando afecta a su corrupción sistémica que unas veces es territorial, como los ERE, y otras surgida del Gobierno de España como sucedió durante Felipe González o ahora con Sánchez. Me imagino que eso de ser progresista se traduce en ganar dinero sin importar los medios o el origen. Por supuesto, es algo que también ha afectado al PP, porque siempre hay indeseables que se acercan o utilizan el poder y las redes clientelares para enriquecerse.

Sánchez tiene un grave problema de credibilidad, porque todo el mundo sabe, incluidos sus más fieles seguidores, que la verdad es algo relativo y que la mentira es un instrumento de acción política. Las últimas noticias, incluido el informe de la UCO que en este caso no gusta a los dirigentes del PSOE y sus terminales mediáticas, muestran que llevan tiempo mintiendo en el escándalo Koldo, aunque sea más preciso referirse a Ábalos. No hay que menospreciar a Sánchez, un error habitual de sus adversarios, porque es un superviviente y hará todo lo posible para seguir siéndolo. No importan las incoherencias entre lo que decía y hace ahora, los procedimientos judiciales o el desprestigio en que incurre, porque lo fundamental es seguir en La Moncloa. Por ello, busca desviar el foco y anunció este lunes que destinará 200 millones para alquiler joven. Me imagino que debe pensar que puede rehacer su maltrecha imagen haciendo juegos malabares con el dinero público. No se compran voluntades a golpe de cheque como sucede en los regímenes populistas. Nadie se cree sus promesas, porque no sirven para engañar a los españoles o conseguir que se olviden los escándalos de su administración.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).

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