‘All we are saying is give hope a chance’

‘All we are saying is give hope a chance’

Tras la elección de Salvador Illa como presidente de la Generalitat, Elías Bendodo, vicesecretario del PP, advirtió: “No se engañen: Cataluña sigue teniendo un presidente independentista”. Dicho sea con el máximo respeto: señor Bendodo, ¿no hubiera podido ocurrírsele una idiotez menos palmaria? ¿De verdad cree que un solo catalán va a tragarse semejante bulo? ¿Así es como piensa ganar el PP en Cataluña los votos que necesita para gobernar España? Hasta el no secesionista más obtuso sabe que, tras más de una década de presidentes secesionistas, es bueno que Illa gobierne la Generalitat (aunque sólo sea porque es un político respetuoso con la Constitución). Otra cosa es el precio pagado para que gobierne; sobre eso todos tenemos nuestras dudas (también, espero, el propio Illa). Es cierto que, en lo que atañe a la financiación, el pacto está pendiente de desarrollo y es más ambiguo y contiene muchas más dobleces de lo que aparenta; es cierto asimismo que un pacto del todo satisfactorio para una de las partes nunca es un buen pacto; y es cierto que, como ha escrito Joaquim Coll, éste es el resultado de un “empate de impotencias”: en Cataluña, ni los secesionistas han podido imponerse a los constitucionalistas ni los constitucionalistas a los secesionistas. Por mi parte sólo espero que no acabe siendo lo que parece: una versión catalana del cupo vasco que, lógicamente copiada de inmediato por las comunidades más ricas (Madrid y Baleares), volvería más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Esperemos que no. Se olvida que la clase dirigente catalana no lanzó el procés para conseguir la secesión, en la que no creía y que sabía inviable; lo lanzó (antes de que se le fuera de las manos y pasara a las del nacionalpopulismo locoide de Puigdemont) para conseguir del Gobierno del PP lo que ahora conseguiría del Gobierno del PSOE si su pacto con ERC resultara ser lo que aparenta: fue exactamente el cupo catalán lo que en otoño de 2012 le reclamó sin éxito a Rajoy el entonces testaferro de esa clase, Artur Mas. Así que, si el acuerdo entre PSOE y ERC fuera lo que parece, no sería el enésimo fin del procés, ni tampoco su prolongación: sería el triunfo del procés.

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