Alondra de la Parra: «La orquesta es la máxima celebración del ser humano»

Alondra de la Parra: «La orquesta es la máxima celebración del ser humano»

Hay algo del tenis, el deporte del que está un poco obsesionada y practica casi a diario Alondra de la Parra (Nueva York, 1970), que es similar a dirigir una orquesta, pero que es «difícil de explicar». «Es un deporte muy musical, donde el ritmo es muy importante y pasa lo mismo que con la dirección: cuando estás en la cancha, no puedes pensar nada más que en la pelota», cuenta de La Parra en su despacho de la Fundación ORCAM. Y se entiende que de la Parra cambie con tanta frecuencia la batuta por la raqueta por la manera en que se desenvuelve encima del escenario. «Me encanta todo lo que implica moverme y usar mi cuerpo».

De la Parra nació en Nueva York «un poco por casualidad» porque sus padres estaban trabajando y estudiando en la ciudad. Pero su acento mexicano delata que creció en la Ciudad de México, donde floreció esa pasión por la música. «De pequeña me gustaba mucho cantar, tocar. Mis padres me llevaban mucho a conciertos. Y eso fue muy bueno, porque desde muy niña estuve expuesta a todo tipo de música: ópera sinfónico, música popular. Y me encantaba», cuenta de la Parra. Ese contacto le acercó a los instrumentos de forma muy temprana: empezó a tocar piano a los siete años y chelo a los trece. Desde ahí, tuvo muy claro que lo que quería hacer era dedicarse a la música. «Y cuando me explicó mi padre qué es lo que hacía un director de orquesta, a los me pareció que era lo que quizás podía hacer yo. Juntar todos estos sonidos, crear una sola interpretación, trabajar con todo el equipo. Y me ilusionaba mucho. Y de ahí empezó».

A los 19 años se fue a vivir a Nueva York. «Regresé porque siempre tuve la sensación de que yo venía de ahí, donde hice la licenciatura en piano. Aunque evidentemente soy totalmente mexicana». Desde ahí, ha estado viviendo entre muchas ciudades. De la Parra ha dirigido algunas de las orquestas más renombradas del mundo como la Orquesta de París, la Orquesta Filarmónica de Londres o la Orquesta Sinfónica de Queensland, de la que fue nombrada en 2016 directora musical de Queensland Symphony Orchestra, puesto que ocupó hasta 2019 y se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargoen una orquesta australiana. Y este 2024 ha sido el año de Madrid, desde que fue nombrada directora de la ORCAM en enero. «Venía, veía las escuelas de los niños, [tiene dos], la casa». Y desde hace tres semanas ya está viviendo en la capital, que ya la había visitado pero no conocía tanto y le parece preciosa.

Tres días después del primer concierto, explica que no se pone nerviosa antes de estos, sino que eso le suele pasar antes del primer ensayo general. Por eso, su noche de estreno fue «especial»: «la gozó» y le encantó «ver el teatro lleno y la disciplina y el compromiso que mostraron los músicos».

Entre sus ambiciones como directora está la de hacer grabaciones, giras nacionales en Europa, en Latinoamérica. Y también la de involucrarse en la comunidad: «Creo que es muy importante que la Orquesta de la Comunidad de Madrid se reúna en comunidad. A mí la palabra comunidad me gusta, que sea una orquesta donde la gente viene a verse, a tener un convivio, a compartir vida».

Dice de la Parra que le «encanta traer la música a todas las generaciones». «Y me parece muy importante que la gente joven se acerque y sobre todo en un momento como este». Y continúa: «estás siempre saturado de todo lo que no es humano, aparatos, información muy rápida. Nadie ni siquiera termina de escuchar una canción, siempre está cambiando a la siguiente. Una saturación visual, una saturación de información, una saturación de todo lo que no es humano y no sabemos bien si es real. En los conciertos lo único que necesitas es tu cuerpo, tu alma, te sientas y te expones a una serie de sonidos, sensaciones, emociones que producen otro grupo de seres humanos, que es efímero, que es solo para ese momento, no se puede replicar, guardar, ‘likear’, ‘taggear’, nada, eso es el regalo del presente y te conmueve».

Además, la maestra siente que la gente joven se esté dando cuenta: «la gente joven se está dando cuenta cuando empiezan a acercarse a la meditación, a la contemplación, a volver a la lectura, que todavía sin duda no es lo más común, pero creo que va a haber un regreso a eso, a lo humano, a lo análogo, a lo orgánico, a lo que hacemos con nuestra propias manos. Y ahí es donde la orquesta es la celebración máxima del ser humano».

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