Ana Jarén: «Quiero que mis ilustraciones lleguen lo más lejos que puedan»

Ana Jarén: «Quiero que mis ilustraciones lleguen lo más lejos que puedan»

La carrera profesional de Ana Jarén (Sevilla, 1985) podría parecer de esas que surgen por suerte. Una excepción entre las miles de personas que se dedican al sector creativo o artístico. Y puede que algo de esto haya en ella, pero también mucho trabajo. Siempre se había considerado una persona creativa, recuerda que desde pequeña le gustaba pintar pero que nunca se lo había planteado como una profesión. Pero fue en Madrid, dónde vino a estudiar Publicidad y Relaciones Publicas donde descubrió la creatividad publicitaria gracias a un curso intensivo. «Me encantó el contacto con el mundo agencia de publicidad, pero no era lo mío. Sin embargo, empecé a interesarme por la comunicación de moda, me salió un trabajo en un despacho, donde estuve cuatro años, y acabé fascinada», cuenta a este periódico. Fue en ese contacto con profesionales que vivían de su creatividad cuando se le «encendió la bombilla». «Al poco de estar en el despacho, empecé a pintar y a hacer mano, empezaron a salir los primeros trabajos en ilustración esporádicos, pero nunca hasta ese momento me planteé dejar mi trabajo, solo era un plus».

Tras pasar por Inglaterra y Vitoria, acabó en Amberes. Allí sintió el verdadero punto de inflexión en cuanto a su estilo. Las primeras ilustraciones de líneas sencillas, con personajes enfocados en la moda y vegetación en blanco, negro y rojo, empezaron a tomar vida. «Era consciente de que me estaba buscando, no daba con la tecla, sabía que mi medio era manual y cada vez me fui sintiendo más cómoda al añadir colores». Una paleta, en un principio limitada, por su conservadurismo a la hora de invertir en material. «Poco a poco fui añadiendo y ahora siento que quiero ser colorista. Es verdad que uso menos, pero están más pensados y sigo viendo la ilustración viva y vibrante». En este momento de madurez que dice estar viviendo, es en las sombras, los matices, las veladuras y los volúmenes los que hacen que una ilustración transmita algo en el ambiente. «Todo eso lo echo en falta en los primeros trabajos, pero es una evolución natural que he ido desarrollando según iba echando horas. Eso es lo que hay detrás de mi trabajo, muchas horas».

La mujer como
protagonista, el barroquismo de los elementos, las escenas cotidianas y el
colorido, es sin duda, lo que caracteriza su trabajo. «En Amberes tuve tiempo
para pintar mucho, sentí que estaba haciendo lo que tenía que hacer, me salieron
trabajos y participé en muchos concursos, que ganaba y eso me motivaba cada día
más», reflexiona. Y reconoce, que fue cuando empezó a ser «ella» cuando
empezaron a llegar los proyectos de los que más se enorgullece. «Estoy muy
agradecida con aquella etapa, la recuerdo cariño, porque también me convertí en
madre. Me cambió la perspectiva por completo y decidimos volver a Madrid»,
donde su carrera dio un ascenso importante.

Nos recibe en su estudio, el rincón más especial de su casa a las afueras de Madrid, y en el que aprovecha los momentos de paz a primera hora de la mañana cuando la inspiración la llama. Entre las estanterías, carpetas y papeles sobre los que pueden apreciarse bocetos de próximos trabajos, encontramos varios ejemplares de uno de sus últimos: «Almudena», la biografía ilustrada sobre Almudena Grandes, que ha elaborado junto a Aroa Moreno Durán y que acaba de alcanzar su quinta edición. «El libro es un objeto que perdura en el tiempo y me encanta pensar que está en la casa de las personas, que se relee y que pasa por distintas manos». Después de hacer con Carmen G. de la Cueva, «Escritoras», tenía ganas de seguir trabajando con la misma editora. «Había la intención de hacer algo, también tenía ganas de trabajar con Aroa pero no encontrábamos el punto en común porque somos mundos diferentes». Tras una reunión, salió el nombre de ella, Almudena Grandes, y ya no podía ser de otra. «Ha sido un proyecto precioso, de los que sabes que te ha tocado la lotería, y haber contado con la generosidad de su familia y meterme en su universo ha sido un regalo».

Gracias a todo el material con el que contó para su trabajo, su único objetivo era honrarla y que las personas que la conocían la reconocieran en sus ilustraciones. Muchas de ellas son fieles, pero otras han sido un pretexto para poder dejar volar su imaginación. «Eso es lo bonito también de la ilustración, que te permite desarrollar otra historia paralela a lo que se está contando en el texto». No necesitó conocerla, gracias a todo el material del que disponía y las charlas con Aroa tras sus encuentros con la familia de Almudena, fueron más que suficientes. «Esa frescura y emoción al verle la cara, la voz al escucharla hablar cada vez que venía de estar con los que la conocían, la he sentido como mía y todo eso ha pasado al papel». Por esta razón no le gusta que la definan como artista, sino como artesana. Y es que oído desde su boca, cualquiera duda de que su trabajo no es un oficio.

Cualquier formato, país y reto por ilustrar

Pese a que le apasiona ilustrar libros, trabajar para publicidad es algo que también disfruta. Recientemente ha trabajado con marcas tan reconocidas como Cervezas Alhambra, La Cartuja, Häagen-Dazs o Loterías y Apuestas del Estado. Cuándo le preguntas por qué le queda por hacer, lo tiene claro: «Yo ilustro todo lo que se pueda ilustrar y si no sé, lo aprendo. Quiero estar en todos los sitios que se pueda y que mis ilustraciones lleguen lo más lejos posible». Ya trabaja para otros países y es consciente de que es una privilegiada. Sin embargo, lejos de quejarse por la cantidad de trabajo, «si me interesan, procuro apañármelas».