Aprender haciendo: una clase práctica de arqueología para los más jóvenes

Aprender haciendo: una clase práctica de arqueología para los más jóvenes

En la ciudad romana de Complutum, en [[LINK:TAG|||tag|||6336139c59a61a391e0a0b05|||Alcalá de Henares]], una veintena de niños –y sus padres y madres– de 7 a 14 años se preparaba ayer para la vuelta al colegio, que comienza hoy, aprendiendo sobre arqueología. «Verás cuando vayáis mañana a clase y sepáis coordenar», les dice Olga Escalona, licenciada en Historia y parte del equipo de Arqueodidat, empresa que organiza junto con la Comunidad de Madrid la actividad «Arqueólogos por un día», que se realiza desde hace nueve años. La tarea busca la «difusión» del patrimonio regional, así como el acercamiento de los más jóvenes a la arqueología.

A las 10 de la mañana se reunió todo el grupo: muchos con pantalones cortos, calzado cómodo y casi todos los niños con sus gorras, aunque el sol de este 8 de septiembre no apretaba mucho, señal del final del verano. El recorrido comienza con la visita del yacimiento y de la Casa de los Grifos: una contextualización del lugar dónde están, de por qué están ahí y qué van a hacer. Daniel Sanmartí, licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Madrid –antes no existía grado en [[LINK:TAG|||tag|||633613c059a61a391e0a0b7c|||Arqueología]] y se hacía a través de la carrera de Historia– y dueño de Arqueodidat, explica: «La Casa de los Grifos es una de las primeras casas fundacionales de la ciudad. Seguramente es la iniciativa de una familia patricia y que va a decidir fundar la ciudad. Por eso está tan cerca del foro, que es el lugar de poder. Cuando se deja de utilizar la casa es porque la reforman y durante esta, se les incendia. En lugar de construir encima, lo que hacen es un derribo controlado».

Complutum fue uno de los principales núcleos urbanos del interior de España. La urbe, ubicada a poco más de 20 kilómetros de Madrid, en la vega del río Henares, fue construida en época del emperador Augusto (siglo I d.C.). La actividad también se

La Consejería de Cultura, Turismo y Deporte ofertó para esta edición 1.248 plazas gratuitas: de ellas, que se han cubierto todas y hay lista de espera, 1088 han sido en Complutum y 160 en el yacimiento arqueológico de La Cabilda, en Hoyo de Manzanares. Se han realizado 58 turnos los fines de semana, y terminan el último del mes de septiembre. La actividad se organiza desde hace nueve años con la empresa Arqueodidat y, según datos de la Comunidad, más de 16.000 personas han participado ya en las ocho convocatorias anteriores. Bartolomé González, director de Patrimonio Cultural y Oficina del Español de la Comunidad de Madrid, cuenta que el objetivo de la actividad es «la difusión del patrimonio regional».

«Es un proyecto con el que pretendes que los más jóvenes tengan la oportunidad de tener un contacto con el patrimonio, porque entendemos que desde el conocimiento es mucho más fácil la defensa y la protección», cuenta González mientras los chicos excavan. Y añade: «No es el objetivo que haya nuevos arqueólogos, sino que es que se conozcan nuestro patrimonio y dentro de lo que es nuestro patrimonio, el patrimonio arqueológico. Si de esta experiencia conseguimos que los chavales piensen en un futuro en ser arqueólogos, pues bienvenido sea». Arqueología es la carrera menos pagada en España, con un sueldo menor a 1.500 euros, según un estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y la Fundación BBVA con datos de Eurostat realizado en 2023.

Sobre las 11.00 horas, ya es hora de ponerse el traje de arqueólogos: la parte práctica. Unos toldos verdes resguardan del calor la zona donde se encuentran las cuadrículas en las que se encuentran los objetos a rescatar. Cada uno se asigna una de ellas y comienza a excavar. Es una catarata de preguntas a los monitores –Olga, Daniel, Victor Lamas y Victor García–. ¿Lo meto ya en la bolsa? ¿Qué hago después de medirlo? ¿Esto qué es? Los niños deben utilizar la brocha, el recogedor, el cubo, el metro y su cuaderno de campo, donde anotan lo que van encontrando.

«¡La tengo!», grita Martín, de 9 años. «Manos arriba», dice Sanmartí. Y explica al grupo que lo que ha encontrado Martín es una lucerna, una lámpara de aceite. La idea, explican los monitores, es que sea un trabajo en equipo y que tengan paciencia. En equipo porque algunas de las piezas pueden estar situadas en varias cuadrículas, y al querer sacarlas se pueden romper. Y a ser pacientes porque están tratando con materiales –aunque todo lo dispuesto son réplicas– que son frágiles, muy valiosos.

La madre de Martín, Zaida Pillado, cuenta que se enteró de la actividad a través de una asociación para niños con altas capacidades. «Hemos venido porque es una actividad que tiene una parte de aprendizaje muy interesante, pero en terreno. Explicarle los romanos, un yacimiento, es muy complicado. Estos talleres nos permiten que él lo pueda vivir. Es una manera de ir trabajando contenidos que ven en cole y de que tenga una experiencia de arqueología para que vaya valorando profesiones». Algunos repiten, como es el caso de Leticia Castillejo, mamá de Leonardo. «Ya le he dicho que una tercera vez no. No estamos quietos, nos encanta hacer este tipo de actividades».

Sanmartí explica que hay 5.000 arqueólogos colegiados en España. «Somos cuatro gatos, pero nos conocen. Indiana Jones ha hecho bien en ese sentido. Pero el problema es que dio la imagen de un arqueólogo que no es cierta: la del sombrero, la chupa de cuero y el látigo. Y sobre todo que no nos quedamos las cosas». Además, desarrolla Sanmartí, la arqueología «no es solo excavar» y lo más importante es el después: «Hay que excavar correctamente para coger la información y llevarla al laboratorio. Nos mola encontrar algo, pero la gracia es explicar por qué estaba pintado así o para qué servía».

Ya son las 13.00 horas, la actividad debía haber terminado, pero hoy se alargó un poco. Los chicos, a pesar de llevar más de tres horas, forman un círculo y escuchan atentamente las últimas explicaciones. Están probando a reconstruir unas piezas de cerámica, y Olga les aconseja: «No os frustréis si no os sale. Paciencia. Esto es ensayo y error».

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