Así es el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que aspira a liderar el nuevo gobierno de Francia

Así es el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que aspira a liderar el nuevo gobierno de Francia

El líder del Nuevo Frente Popular, Jean-Luc Mélenchon, ha emplazado este domingo, tras la victoria de su coalición en la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, al presidente, Emmanuel Macron, a encargarles la formación de gobierno. Macron «tiene el deber de llamar al Nuevo Frente Popular a gobernar». «El primer ministro debe irse» y Macron «debe ceder y admitir esta derrota sin intentar eludirla de ningún modo».

Los líderes del Frente Popular, compuesto por el Partido Socialista, el partido ecologista Los Verdes, el Partido Comunista Francés y sobre todo, la ultraizquierda de La Francia Insumisa, han tenido que poner sus propios apetitos políticos en remojo para formar esta inesperada coalición y frenar a Marine Le Pen. A partir de ahora se abre una negociación para ver qué sector asume más porciones de poder.

Ante el repunte cabalgante de la extrema derecha en Francia los días previos a las legislativas anticipadas, a la izquierda no le quedó otra opción que unirse. El Partido Socialista, el partido ecologista Los Verdes, el Partido Comunista Francés y sobre todo, la ultraizquierda de La Francia Insumisa, tuvieron que poner sus propios apetitos políticos en remojo para formar el llamado Nuevo Frente Popular, una barrera contra Marine Le Pen. Hacer concesiones con respecto a sus programas de gobierno y abonar un terreno de entendimiento entre las diferentes tendencias.

La primera manzana de la discordia se llama Jean Luc Mélenchon, ex candidato presidencial y figura de la extrema izquierda por excelencia. Un personaje de verbo fuerte, con evidentes rasgos de egocentrismo que no se esfuerza por esconder. «L’état c’est moi» («El Estado soy yo») llegó a decir Mélenchon cuando su despacho fue allanado por la policía en 2018. Esto, parafraseando al rey Luis XIV y ganándose una lluvia de críticas que lo acusaron de asumir una actitud monárquica frente a la ley. Tras conocerse los resultados según sondeos, en los que la extrema derecha se hunde, Mélenchon ha exigido inmediatamente a Macron que nombre un primer ministro de izquierda.

Nadie ha proclamado al ultra izquierdista como jefe del Nuevo Frente Popular pero Mélenchon actúa naturalmente como tal. Fue el primero en reaccionar ante la victoria de la extrema derecha el 30 de junio para anunciar la estrategia de retirar a los candidatos de izquierda en los casos triangulados en los que no estuvieran en la mejor posición para vencer a Reagrupación Nacional. Es también la personalidad más mediática del bloque y, electoralmente, la más apoyada en los últimos años. La Francia Insumisa logró un 22% de los votos en las elecciones presidenciales de 2022, muy por encima de los porcentajes tristemente ínfimos del Partido Socialista, del PCF y de los Verdes que, sumados, no llegaban al 10%.

Su capital político sigue siendo atractivo pero, al mismo tiempo, su presencia puede ser contraproducente. Mélenchon es acusado hoy en día de promover el antisemitismo en Francia, enarbolando la bandera palestina en sus actos de campaña. En la noche del 30 de junio, tras la primera vuelta de elecciones legislativas, Mélenchon se dirigió al pueblo francés acompañado de Rima Hassan, eurodiputada de origen sirio que llevaba puesta la tradicional kufiya, el pañuelo símbolo de la causa palestina.

Y ese ha sido uno de los puntos álgidos al momento de firmar el programa común de la izquierda: La Francia Insumisa quiso restarle importancia a la lucha contra el antisemitismo mientras los demás partidos insistieron en hacer de ello un punto de honor.

Por su verbo recalcitrante y sus ideas extremas, sus colegas de izquierda no lo tienen en muy alta estima: el presidente del grupo socialista en el Senado, Patrick Kanner , dice que Mélenchon «se ha convertido en un lastre» ; Marine Tondelier, secretaria general de los ecologistas asegura que «Mélenchon es candidato pero no será primer ministro», haciéndose eco de los partidos minoritarios del Nuevo Frente Popular.

El mismo expresidente Hollande lo ha dicho abiertamente a la prensa: «Que se calle. Sé que esta unión es para que todas las formaciones políticas puedan participar. Pero ahora, cuando hay tanto rechazo, cuando hay incluso más rechazo a Jean-Luc Mélenchon que a Le Pen o Bardella, llega un momento en el que hay que ser consciente de cuál es el interés general».

Y justamente, el mayor tema de fricción entre las izquierdas es quién debería ser el nuevo inquilino de Matignon, la sede de gobierno del primer ministro. Mélenchon ya ha declarado en la televisión pública francesa que «se siente capaz» pero ha tomado la precaución de no autoproclamarse. Por otra parte, suena el nombre de Boris Vallot, actual presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional que, con una actitud mucho más conciliadora, podría lograr la hazaña de construir un consenso entre la izquierda radical y los macronistas. Sin embargo, el Palacio del Elíseo ha asegurado que actualmente no hay negociaciones en curso entre el presidente y el diputado Vallot.

En cualquier caso, las fuerzas de izquierda han logrado ponerse de acuerdo al menos en los temas relacionados con el poder adquisitivo: un aumento del salario mínimo que se ubicaría entonces en 1.600 euros netos, ajustar todos los salarios de acuerdo a una escala de indexación directamente ligada a la inflación y aplicar mayores impuestos a las grandes fortunas, una medida que Macron había suspendido desde su primer gobierno y que le ha valido la etiqueta de «presidente de los ricos».

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