Berlanga se convierte en obra de museo

Berlanga se convierte  en obra de museo

Es difícil escribir con distancia cuando se trata de alguien que se admira, que ha dado tantas buenas horas al espectador que esto escribe. Haremos ese esfuerzo e intentaremos no demostrar devoción sino informar, aunque cabe decir que eso será difícil. Todo esto es porque esta semana se inaugura en CaixaForum Barcelona una grandiosa exposición dedicado a uno de los indiscutibles pilares de la cinematografía española, como es el caso de Luis García Berlanga, el autor de «El verdugo», «Plácido» o «La escopeta nacional».

La muestra parte del archivo personal del cineasta que se conserva desde fecha reciente en la Filmoteca Nacional. De esta manera podemos acceder a papeles tanto personales como profesionales, un amplio recorrido que nos lleva desde su infancia hasta los últimos proyectos, algunos de ellos no materializados. El trabajo de los comisarios Sol Carnicero y Bernardo Sánchez Salas, con la implicación directa de José Luis García-Berlanga, realizador, cocinero e hijo del director de cine.

La exposición inicia su andadura plasmando la idea de archivo, de acumulación de contenidos guardados con esmero por Berlanga. Así todo empieza en la casa de Somosaguas que diseñó el mismísimo Berlanga, con pasaportes y carnés de todo tipo, además de algunos originales de su hijo Carlos, uno de los más emblemáticos nombres de la llamada Movida madrileña. Es en este apartado donde podemos encontrar, por ejemplo, el argumentario de un proyecto que no pasó del papel y pensado para Charlie Chaplin.

Gracias a CaixaForum podemos ver cómo era la manera de trabajar del valenciano, desde «story-boards» a planificación de rodajes pasando por páginas de guiones y argumentarios, de clásicos como «Calabuch», «Moros y cristianos» o «París Tombuctú». Todo ello se une con algunas piezas conmovedoras, como el telegrama que Pepe Isbert, el inolvidable alcalde de «Bienvenido, Míster Marshall», envió a Berlanga para desearle suerte poco antes de que el realizador viajara con esta cinta hasta el Festival de Cannes. También resulta curiosa una carta de Juan Antonio Bardem, con quien filmó «Esa pareja feliz», así como «Bienvenido, Míster Marshall». Bardem, agradeciéndole unas palabras elogiosas que le había dedicado, le recordaba que estaban «condenados a estar irremisiblemente juntos en la memoria de las gentes como Joselito y Belmonte, Villanueva y la Geltrú…»

También podemos saber de sus malas relaciones con el régimen de Franco y sus problemas con la censura, pese a que «Esa pareja feliz», su debut tras la cámara, se proyectó en el Palacio del Pardo para Franco, el mismo al que parodia en una escena de la película. Berlanga era el cineasta incómodo que supo retratar la cara más amarga de ese régimen, aunque para ello tuviera que emplear el humor negro, como ocurre en «El verdugo».

Precisamente el humor negro ocupa una sección de la muestra junto con otra de las grandes pasiones de Luis García Berlanga: el erotismo. El diario italiano «La Reppublica» lo definió, en 1982, como el «allegro sadico», algo que debió gustar al cineasta que no dudó en conservar el recorte del diario. En este apartado encontramos curiosidades relacionadas con su afición a los zapatos de tacón, uno de los máximos fetiches, así como un sobre en el que apuntó las «direcciones eróticas» que podía encontrarse en Nueva York.

Los muchos reconocimientos recogidos a lo largo de su trayectoria, su entrega a vivir, a rodar y al humor convierten esta muestra en indispensable si se quiere saber más de un artista irrepetible, un –y aquí habla el admirador– un gigante del cine.

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