Borrar lo inolvidable

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A la mayoría de vosotros, seguro que lo que más os motiva de la programación televisiva –en toda la semana– es el partido que juegan hoy España y Alemania. Nuestra joven selección de fútbol promete momentos de euforia colectiva en un momento en el que tanta falta nos hace evadirnos e ilusionarnos con algo, rodeados como estamos de crispación y de hechos insólitos.

Hoy, por ejemplo, la mujer del presidente del Gobierno se convertirá en la primera de nuestra Democracia que acuda a un juzgado en calidad de investigada, por corrupción y tráfico de influencias. Begoña Gómez se ha ahorrado el paseíllo ante las cámaras y veremos si también el juez accede, en el último momento, a la petición de que su imagen no sea grabada mientras declara.

Entretanto, la batalla política entre PSOE Y PP se ha expandido peligrosamente al territorio judicial, al Supremo y al Constitucional. Ahí tenemos las excarcelaciones de varios ex consejeros andaluces condenados por los ERE, el mayor caso de corrupción de las últimas décadas. El Tribunal Constitucional, de mayoría progresista, se está dedicando a borrar la malversación que cometieron, dictada en su momento por el Supremo, de mayoría conservadora. Y esto es sólo un anticipo de la anulación de las penas de cárcel a las que se enfrentan los expresidentes Chaves y Griñán. ¿Cómo ha reaccionado el socialismo andaluz? Humildad, cero. Victimismo, uno. Dándole la vuelta a la tortilla, quejándose de que han sido tratados injustamente. Amenazando, incluso, con querellarse contra quienes les llamen ladrones, previendo ya homenajes para todos los que salgan de prisión, unos «ongi etorris» a la andaluza.

Habría que recordarles que Juanma Moreno no es presidente de la Junta de Andalucía por casualidad, ni porque la mayoría de mis paisanos lleven la gaviota grabada en el corazón (más bien al contrario, si lo analizamos). Los andaluces estaban verdaderamente quemados, tras décadas de corrupción socialista soterrada, y emitieron un voto de castigo lo suficientemente potente como para desbancar al socialismo de su feudo histórico.

Algo parecido ocurre en el Reino Unido, que necesita con urgencia un cambio de rumbo. Os escribo con los sondeos en la mano, y todos dan por sentada la derrota por goleada de Rishi Sunak y el fin de una larga era «tory». ¿Se convertirá Sunak en el primer ministro británico que pierde, incluso, su propio escaño? Hoy comprobaremos el tamaño de la derrota conservadora. En cualquier caso, la más que probable victoria de Keir, primer líder laborista en mudarse a Downing Street desde 2010, no será mérito suyo, sino demérito de los pésimos gobernantes que le han precedido.