Cae la noche tropical: el arte de Sol Calero regresa con ironía y tristeza a la tierra perdida

Cae la noche tropical: el arte de Sol Calero regresa con ironía y tristeza a la tierra perdida

Sol Calero recibe tan tranquila a menos de 24 horas de su inauguración en el CA2M en unas salas todavía muy patas arriba, con operarios por doquier, paredes por pintar y videos que reprogramar. Lo hace con un sobretodo gris con las solapas y faldones cubiertos de pinceladas de colorines y una sonrisa franca y relajada. Claramente tiene un plan y claramente reina un orden bajo el caos aparente, y se hace evidente durante la visita —casi más bien el paseo— a la exposición. Charlamos como si tuviera todo el tiempo del mundo, nadie de la cohorte de personas trabajando interrumpe con emergencias o alarmas de última hora, y su claridad de ideas y su don para la expresión certera confirman lo que uno de todas formas ya no dudaba después de seguir su trabajo durante años: que bajo el abigarramiento colorido y supuestamente “tropical”, detrás de las instalaciones voluntariamente hospitalarias y atractivas al ojo y el trasero del visitante (abundan siempre los buenos asientos en los montajes de Calero) hay mucho rigor conceptual y muchísimas horas de trabajo previo en el estudio de una artista para quien la palabra “multidisciplinar” se queda corta.

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