«Cést a jamais». (Para siempre)

«Cést a jamais». (Para siempre)

Es la divisa que preside y orienta la realidad y los objetivos de un lugar impactante: El Puy de Fou. Situado en el verde, hermoso y católico paisaje de La Vandeé francesa, se ha convertido en uno de los parques temáticos más visitados del mundo. Y con toda la razón.

El mensaje que transmite es difícilmente comprensible para los que hayan recibido la educación sensiblera y ñoña que imperceptiblemente se ha impuesto entre la mayoría de nuestros jóvenes. Exigente en duchas, amor a los bichitos y reciclado de residuos, pero permisiva en todo lo demás. Una educación incompatible con sustantivos como exigencia, servicio, sacrificio, heroísmo, martirio. Pero también con adjetivos como duro, firme, implacable, eterno, siempre.

La divisa campeaba en el escudo de armas de la familia que construyó y habitó el castillo en torno al cual se ha desarrollado esta iniciativa sin posible parangón. Reformado en el renacimiento fue parcialmente destruido durante la guerra de la Vandeé. A finales del siglo XVIII.

Actualmente este parque es el más visitado de Francia después del EuroDisney de París. Este año probablemente alcance dos millones y medio de visitas. Su éxito se debe en gran parte a la colaboración continuada de voluntarios entusiastas. Hasta 3.600 colaboran cada verano en el espectáculo central que ha dado sentido al parque: el «Cinescenie», que constituye un impresionante recorrido por la historia de Francia.

Los voluntarios colaboran tanto como figurantes del espectáculo como auxiliares de los diferentes servicios de atención al público. Su motivación se hace evidente con la presencia de un anagrama del corazón de Jesús en la vestimenta que lucen los voluntarios.

Este modelo ha permitido que el parque disfrute de una envidiable independencia tanto cultural como financiera. No debe nada a ningún poder administrativo, político o mediático. De hecho, presume de no haber solicitado, ni obtenido cualquier ayuda pública. Tampoco ha buscado ninguna servidumbre comercial. En sus 50 ha de hermoso bosque atlántico no puede encontrarse ni una sola referencia a cualquier marca, pequeña o grande.

Esta independencia permite ofrecer una refrescante alternativa al predominio anglosajón en un sector que reúne la comunicación cultural con el disfrute del ocio. En este parque no existen animalitos humanizados, ni superhéroes imposibles que compensen la incapacidad de la gente común. Tampoco existen atracciones mecánicas de altas prestaciones. Ni engañosas trampas virtuales para deleite de frikis. Es algo diferente.

Cada atracción, cada espectáculo tiene sentido por sí misma. Suele reunir la elegancia de una obra teatral bien representada, con unos decorados ambiciosos y realistas. Además de unos efectos especiales que llegan al virtuosismo y una música vibrante.

El conjunto permite evidenciar la existencia de un propósito basado en resaltar la importancia de los valores más profundos de la condición humana. Reúne la presentación de un friso histórico lleno de viveza y dinamismo, con la pasión por la belleza del arte y el amor a la naturaleza. Todo ello iluminado por el reflejo de la búsqueda espiritual que está en el corazón de la civilización europea, basada en el cristianismo. Y que cuenta, a través de cuidados y entretenidos guiones lo mejor de la historia católica de Francia.

Una historia que tiene uno de sus puntos fuertes en la guerra de la Vandeé. Se originó por la sublevación de una comarca mayoritariamente campesina y profundamente religiosa contra la furiosa persecución anticatólica que desató la revolución francesa. Se terrorista represión culminó con uno de los primeros genocidios de la edad contemporánea. La población fue diezmada de manera implacable, sin perdonar a niños ni a mujeres.

Se relata en un espectáculo épico y emocionante basado en las hazañas de Charette, un oficial de marina de brillante ejecutoria que fue elegido por los sublevados para conducirles a la batalla. Un enorme teatro circular encierra unas gradas giratorias que van recorriendo los diferentes escenarios situados en las paredes. Concluye con la ejecución del héroe y con la vuelta de los campesinos a sus iglesias arruinadas una vez restaurado el culto católico. Los aplausos llegan a lo estruendoso.

Otro espectáculo se desarrolla en la monumental reconstrucción de un circo romano de la Galia durante la persecución de Diocleciano. Se suceden combates de gladiadores, martirio de cristianos y carreras de cuadrigas que ni en Ben-Hur. Para finalizar con una evocación al triunfo final del cristianismo.

A pesar del chauvinismo francés hay también un guiño a España en un espectáculo sobre los Tres Mosqueteros. La acción se desarrolla en un teatro del siglo XVII en la que se está representando nada menos que la obra clásica «el Cid», del gran dramaturgo Corneille. Incluye un cuadro flamenco y una exhibición del baile de más de 40 caballos andaluces. Tremendo.

Lo descrito constituye una pequeña muestra de lo que puede encontrarse en este imprescindible parque. Un proyecto en el que se mezclan armoniosamente historia y leyenda con entretenimiento y que constituye hoy una propuesta cultural imprescindible. Porque nos devuelve una historia veraz que está siendo sistemáticamente ocultada por la predominante historiografía progresista. Vayan a verlo, porque es impresionante. Porque ayuda a combatir complejos.

Antonio Flores Lorenzo es ingeniero agrónomo, historiador y ex representante de España en la FAO.

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