Cheptegei, clínico y preciso, se impone en un 10.000m atómico en los Juegos Olímpicos de París

Cheptegei, clínico y preciso, se impone en un 10.000m atómico en los Juegos Olímpicos de París

Se hablará de las zapatillas, de los entrenamientos, de las cargas de carbohidratos, de los geles, de los entrenamientos digestivos. Se hablará de la tecnología. Pero para entender completamente una final de 10.000m que rompió todas las barreras y todos los mecanismos de lo que se conoce como atletismo de fondo, habrá que hablar, sobre todo, del suicida sacrificio de tres etíopes, Selemon Barega, Yomif Kejelcha y Berihu Aregawi, que, relevándose solidarios en cabeza impusieron un ritmo de 2m 40s el kilómetro, el infierno. Gracias a ellos, liebres generosísimas que nada pidieron a cambio, nada menos que los 13 primeros clasificados bajaron de los 27 minutos, un límite extraordinario. Y los nueve primeros bajaron de 26.50, lo que en la historia solo habían conseguido 35 atletas. Y tres rebajaron su récord nacional, incluido el español Thierry Ndikumwenayo, quien, con una marca de 26m 49,49s, mejoró la mejor de las suyas en 37s y dejó el récord de España al nivel de las estrellas, casi un minuto justo menos que los extraordinarios 27m 48s con que Mariano Haro, muerto hace tan poco, dejó el récord nacional al ser cuarto en Múnich 72.

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