Clara Sofie Kreutter: «A pesar de insultos y amenazas, soy torera por decisión propia, es lo que me apasiona»

Clara Sofie Kreutter: «A pesar de insultos y amenazas, soy torera por decisión propia, es lo que me apasiona»

Bad Berleburg, la ciudad de Renania del Norte donde hace 31 años nació Clara Sofie Kreutter, no tiene plaza de toros. Tampoco Berlín. Y, la verdad, ni falta que hace. Al final, la vocación encuentra el camino a la revelación donde menos se espera. O, al menos, así le sucedió a Clara Sofie, la amazona alemana que en búsqueda de la perfección en su disciplina, la doma clásica, terminó descubriendo el toreo y con ello su realización personal, por mucho que la vida la llenó de obstáculos para conseguirlo. Hay un documental que da fe de ello, pero quisimos que fuera ella quién lo contara en primera persona para los lectores de LA RAZÓN.

¿Cómo llegó al mundo del toro?

Por casualidad, ¿o debería llamarlo destino? Hice unas prácticas universitarias en la yeguada de Jorge d’Almeida, en Almeirim, Portugal. Solo quería ser jinete de doma clásica, pero el caballo lusitano que crían allí también es muy bueno para el rejoneo, entonces el entrenamiento con el ganado y con el carretón es habitual. Un día me pidieron que probara un potro con el carretón para ver cómo reaccionaba y tenía las reacciones típicas de un caballo de torear, se desviaba a la velocidad del rayo y fue como una revelación para mí. Ya no pensaba en otra cosa y solo quería probar con un animal bravo, hasta que se me presentó una oportunidad, no lo dudé y resultó que funcionó mejor de lo esperado. Todo el mundo estaba algo sorprendido, sobre todo yo. Sentí que estaba surgiendo un talento, me apasionaba y decidí ser torera.

¿Tuvo algún tipo de conflicto ético o cultural con esa decisión?

No, para mí no existe ningún conflicto. Me encantan los animales, especialmente los caballos y los toros, no los torturo. En mi opinión, las corridas de toros no son crueldad hacia los animales, sino lo más natural del mundo. El toro de lidia es salvaje. Se llama “toro bravo” no “toro manso”. Para poner una banderilla el toro tiene que atacar, el manso huye, así que no se puede torear. La corrida es justa porque el toro me ataca, lo cual es totalmente lógico para él, y yo me defiendo. Los toreros también nos jugamos la vida. Es un enfrentamiento de toro con sus 500 kilos, su ferocidad y fuerza desenfrenadas, y su determinación de arrasarlo todo, y el torero con su inteligencia, dedicación y su voluntad incondicional de sobrevivir.

No es fácil convertirse en profesional.

Por supuesto que no, pero era mi único deseo. Fue una cantidad increíble de trabajo, pero el entrenamiento me resultaba fácil y siempre divertido. Pero poner los caballos, buscar tentaderos, formarme, renunciar a todas mis cosas, dejar atrás a mi familia y amigos e irme a un país extranjero cuyo idioma no hablo, a un mundo completamente desconocido, sin seguridad ni dinero… eso sí me costó. El documental lo capta muy bien. Sin embargo, aquí estoy, conseguí convertirme en la primera torera alemana.

Se formó en Portugal, donde no se mata al toro en la plaza.

Pero sí después de la lidia. Es su fin lógico. No obstante, me gusta la diferencia, la forma en que se presentan los caballos y los toreros, también los forcados. La diversidad que existe en el toreo me parece casi mágica. Somos todos tan diferentes y, sin embargo, todos tenemos algo en común y se puede sentir esta energía por igual en todas las plazas de toros. Es donde me siento en casa y donde puedo ser yo misma. Estoy impaciente por volver en 2025, después de resolver unos temas en casa. Tengo una sed infinita de conocimiento y creo que el mundo de la tauromaquia es increíblemente rico y profundo.

Sabemos que la han atacado mucho los animalistas.

Creo que el “animalismo” es un concepto erróneo, “antitaurinos“ describe bastante bien la situación. Están en contra del toro y opinan que “lo mejor que le puede pasar a un toro de lidia es que no nazca”. Esta afirmación me impactó profundamente y me demostró lo mucho que desconocen a este animal. No ven la dedicación con la que se le cuida, ni como crece en grandes extensiones, que nunca ve un establo y el escrupuloso cuidado en la seleccionan para la cría. Los ganaderos, los agricultores, los silvicultores, los cazadores, los criadores de caballos y los toreros, todas las personas que conviven en este sector con la naturaleza y los animales son para mí los verdaderos activistas de los derechos de los animales. Además de una oleada de discursos de odio, amenazas de violencia y de muerte, recibí una queja de la organización PETA. Muchos grandes periódicos no quieren informar sobre mí historia porque ellos mismos temen las críticas, lo que en mi opinión equivale a la censura. Por un lado fue chocante, pero por otro me gustó el hecho de que parece que nadie se pronunció y es porque en Alemania hay mucha más gente que no son antitaurinos, lo que pasa es que son más respetuosos y hacen menos ruido.