Cómo corregir el efecto “cara chupada” de Dani Martín

Cómo corregir el efecto “cara chupada” de Dani Martín

Pienso que Daniel Martín García es uno de los hombres más atractivos del mundo y todavía más cuando se sube a un escenario. Los años van cayendo y algunas heridas emocionales tardan en cerrar. Dani Martín comienza su peregrinar psicoterapeuta. Se le diagnostica, -y admite sin rubor- que padece el llamado síndrome del impostor, y no es que Dani sea un impostor, valga la redundancia, sino que él mismo se define como tal, impregnando su mentalidad de un terrible miedo al fracaso.

Y empieza con la rosácea, una dolencia de la piel con estigma debido a sus brotes vistosos. Muchos la relacionan erróneamente con el alcoholismo o la falta de higiene. Se trata de una enfermedad crónica que causa enrojecimiento y capilares dilatados en áreas visibles como la cara. El desconocimiento de los síntomas y el autodiagnóstico son desafíos comunes. La rosácea puede estar relacionada con otras enfermedades más allá de la dermatología. Supera la rosácea gracias a tratamientos con láseres y dispositivos de energía como el colorante pulsado, KTP, el láser amarillo, IPL y la terapia de fluorescencia.

Dani, típico-chico-no-guapo-pero-muy-atractivo, de rotunda presencia física, no se gusta a sí mismo. Quizás se ve más gordo ¡oh cielos! de lo que realmente es, y entra en pánico, pero reacciona y supera su salud mental y dañada autoestima. Adelgaza mucho, estilizándose (tal vez demasiado); su rosácea desaparece, y aunque parece un clon de Elvis Costello, su aspecto general gana enteros… Pero a partir de los 40, la grasa del rostro va disminuyendo, lo que –unido al adelgazamiento en tiempo récord- acentúa el enfermizo, artificial e impostado aspecto de «cara chupada». El insigne médico esteticista Dr. Leo Cerrud nos comenta cómo solucionarlo. Las infiltraciones de ácido hialurónico y colágeno, combinadas con la bioestimulación, los peelings, el láser ME y la luz pulsada intensa, vitaminan, hidratan y estimulan la producción propia de colágeno. La hibridación de todo este tratamiento lo optimiza evitando el terrible efecto contrario, la sobrecorrección deformante, que provocaría el efecto contrario, la falta de lozanía.

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