Criminólogos contra narcopisos por el barrio de Lucero

Criminólogos contra narcopisos por el barrio de Lucero

Paseando por la calle Cullera, se descubre una antigua colonia de bloques de ladrillo visto de Madrid, que serpentea entre apacibles plazas con bancos en los que descansar, parques de columpios para niños y pistas de baloncesto. La vía, de un solo sentido, está flanqueada por el colegio Irlandesas y un instituto de enseñanza secundaria, desde cuyas vallas, los niños y los adolescentes tienen vistas privilegiadas a la calle y pueden ver el constante trasiego de drogodependientes que acuden a los edificios 14 y 16. “Desde antes de la pandemia”, estima una vecina, funcionan allí varios pisos como puntos de venta de estupefacientes. Son los narcopisos que están pudriendo desde dentro, papelina a papelina, este barrio de origen obrero, cuyos habitantes, como María, Pedro, Ángel o Elvira, han vivido ya en su mayoría más de 70 años, y se instalaron en sus casas a finales de los años cincuenta.

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