Cuando las mascotas se cuelan en la escena del crimen

Cuando las mascotas se cuelan en la escena del crimen

Los policías registraban un piso en Asturias en busca de pruebas de un asesinato premeditado, el de Iván Castro, un hombre que fue hallado muerto a tiros en su garaje en 2017. Los investigadores del caso habían colocado micrófonos en la vivienda y, en las escuchas, siempre se oía el mismo ruido machacón que dificultaba entender las conversaciones. Los autores de esos sonidos estaban ahora frente a ellos. Eran varios petauros, unos pequeños marsupiales originarios de Australia, que Marta Rama, la acusada del homicidio y novia de la víctima, cuidaba con mimo. Durante el registro, uno de estos animales se enganchó una de sus patas en la jaula y empezó a dar alaridos. Ese fue el único momento de todo el proceso en el que los policías aseguran que la mujer mostró humanidad sincera, cuando vio a su mascota sufrir. En el juicio en el que la condenaron a 22 años de prisión por el homicidio de su pareja, Rama se mantuvo impertérrita junto a su cómplice y examante, Nelson Dos Anjos, que recibió una pena de 11 años de cárcel.

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