Cuenta atrás en la gestión de los envases profesionales

Cuenta atrás en la gestión de los envases profesionales

Más allá de los espacios domésticos, la vida ciudadana genera muchos otros residuos de los que quizá no hay tanta conciencia. Un ejemplo es el cambio de aceite de los coches en el taller, que produce un residuo calificado como peligroso. De hecho, fue el primer residuo en ser regulado por la entonces CEE, ya en 1975. El aceite usado de motor contiene sustancias tóxicas y no es biodegradable; por lo que, si no se gestiona adecuadamente, puede tener efectos muy negativos en el agua, el suelo e incluso en la salud de las personas.

Pero ¿qué pasa con el aceite usado extraído del cárter? La buena noticia es que se recoge y se recicla al 100%. De ello se encarga Sigaus, el SCRAP (Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor), que lleva 17 años haciendo realidad en España la economía circular de los aceites industriales, transformándolos en dos nuevos productos: bases regeneradas, que son el componente fundamental para fabricar nuevos lubricantes, o un combustible similar al fuel óleo, que se emplea en centrales térmicas y hornos industriales.

Con esta gestión, no sólo se evita que el aceite usado contamine, sino que se ahorra gran cantidad de una materia prima agotable y costosa como es el petróleo, del que se obtienen tradicionalmente estos productos. Además, producirlos a partir del aceite usado conlleva grandes ahorros de energía y menos emisiones de CO2 respecto a su producción a partir del petróleo.

Servicio universal, trazabilidad total

Sigaus es un SCRAP especializado en un residuo que se genera más allá de los domicilios, en una amplia gama de actividades comerciales e industriales. Y este, precisamente, es un ámbito en el que la regulación está introduciendo importantes novedades.

Tratándose de entornos profesionales, una de las claves de este modelo de éxito es ser capaz de garantizar el servicio universal de recogida, lo que requiere una gran penetración en el tejido productivo, ya que se trata de un residuo de generación muy capilar. Según las cifras de Sigaus, en 2023 se recogieron 131.000 toneladas de aceites usados en casi 5.000 municipios distintos, entre los que están miles de ellos situados en zonas de montaña, extrapeninsulares o en la llamada España vacía.

«Nuestro compromiso con la universalidad del servicio es irrenunciable: recogemos en cualquier punto de generación y en todo el territorio sin excepción. Para ello, nuestra receta es respetar la operativa existente y trabajar con el máximo número de operadores de la gestión. Tenemos registrados y geoposicionados más de 160.000 puntos de generación, desde grandes industrias a pequeños talleres en el medio rural», explica el director general de Sigaus y Genci , Eduardo de Lecea. «Una recogida sin fisuras y una trazabilidad total unidas así para un máximo control sobre cada gota de aceite usado», concluye De Lecea.

Modelo de eficiencia en Europa

Además de su eficacia, en España podemos presumir de tener el sistema de gestión de aceites industriales menos costoso de entre los modelos comparables en Europa. Las empresas que fabrican, importan o comercializan lubricantes abonan a Sigaus, como SCRAP, 50 euros por tonelada puesta en el mercado. Un coste de gestión del residuo asumido en primera instancia por quienes venden el producto

que va a generar ese residuo. Y que, por ley, se repercute en el consumidor. Es lo que se conoce como Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP). En Francia, su sistema de RAP, con apenas dos años vida, cuesta 89 euros por tonelada; mientras que, en Italia, el sistema decano en Europa, la aportación está fijada en 70 euros por tonelada. Por su parte, en Portugal el coste que termina recayendo en el consumidor es de 72 euros/tonelada.

Y, ahora, los envases profesionales

Los buenos resultados en la gestión de este residuo de generación en un ámbito profesional, sitúan a Sigaus en una posición privilegiada para abordar un nuevo desafío: a partir del próximo 1 de enero de 2025 se extenderá la aplicación de la RAP a los envases comerciales e industriales. Desde ese momento, los fabricantes y comercializadores de productos envasados en este tipo de envases (cualquiera que acompañe a un producto destinado a comercios o industria) deberán sufragar la gestión de sus residuos, con independencia de la naturaleza, formato, material o vida útil del envase (desde una garrafa a un bidón, un palet, una caja o un film). Un pequeño tsunami para más de 100.000 empresas afectadas en España, ya que prácticamente todo lo que se vende requiere un envase.

Un escenario de cambios ante el cual, precisamente, desde Sigaus presentan una solución ya testada: Genci. Un nuevo SCRAP que traslada a los residuos de envases el exitoso modelo de Sigaus, el de mayor conocimiento y experiencia en la gestión de un residuo industrial. «Los residuos de envases comerciales e industriales se comportan, ante todo, como un residuo industrial. Y tenemos 17 años de experiencia en el sector industrial, cumpliendo objetivos año tras año, y con un coste muy ajustado. Un bagaje desde el que ofrecemos ahora, a través de Genci, una solución ágil para todos los sectores», señala De Lecea.

Genci tiene la ventaja de ser el único sistema que cuenta con experiencia real de la gestión de los residuos de envases profesionales, puesto que lleva cerca de tres años operando en Baleares dando respuesta a una normativa autonómica. Y otra ventaja no menor en los tiempos que corren: Genci no cobra cuota de adhesión, ya que su modelo va a ser fácilmente escalable a nivel nacional.

Eficiencia en costes, experiencia con el residuo y gran conocimiento del tejido generador, una combinación que suena a apuesta ganadora ante la incertidumbre y la dificultad de adaptarse a una normativa completamente nueva, que va a suponer un cambio radical en la gestión de envases profesionales en España.